Cuando una bucea en la admiración por la historia japonesa, no puede más que echarse las manos a la cabeza ante el horror que vivieron las mujeres en determinadas épocas. Tras las oirangeishas y las mujeres de consuelo en Corea, hoy os hablamos de otra tragedia olvidada: las karayuki-san (唐行きさん).

Karayuki-san, mujeres japonesas víctimas de explotación sexual en la guerra, engañadas y enviadas a burdeles en Asia durante el siglo XIX y XX

¿Quiénes eran las karayuki-san?

Aunque el término se traduce como mujeres prostitutas que ejercieron en distintas partes de Asia, en sus orígenes se utilizaba para referirse a cualquier persona que trabajaba en el extranjero. Con el tiempo, el significado quedó ligado exclusivamente a estas mujeres explotadas.

A finales del siglo XIX, en Singapur, dos pequeños edificios se convirtieron en el destino de muchas de estas mujeres, conocidas como Joshigun (女子軍), que significa "ejército de mujeres". Aunque en un principio se trataba de un apelativo cariñoso para las cortesanas más apreciadas de Japón, con el tiempo estos lugares terminaron siendo burdeles.

Las guerras habían empobrecido gravemente a la población rural, afectando especialmente a zonas como Nagasaki, Kumamoto, las islas Amami y Amakusa. Esto creó un caldo de cultivo ideal para la élite japonesa, conocida como los corredores de carne, que se aprovechaban de la desesperación de las familias más pobres.

Un papel clave en esta red de explotación lo jugaban los Zegen (女衒), encargados de transportar y distribuir a las chicas. Aunque pueda parecer una exageración, la existencia de estos personajes quedó reflejada en el cine. En 1987, Shôhei Imamura dirigió Zegen, una película basada en estos traficantes, después de haber rodado en 1973 Karayuki-san, the Making of a Prostitute, un retrato crudo de esta realidad.

El legado de las Karayuki-san

El escritor Kôhei Miyazaki (1917-1987) conoció en Singapur a una de estas mujeres y, fascinado por su historia, quiso documentar la vida de las karayuki-san. Sin embargo, aparte de la canción Shimabara Lullaby, dedicada a ellas, su obra quedó inconclusa, ya que falleció antes de que un conocido lograra terminar la novela.

En 2011, su esposa cedió las cintas de sus entrevistas a Zennosuke Uchijima, quien las llevó a la Universidad Meiji Gakuin. Hoy en día, estas grabaciones son objeto de estudio por su gran valor histórico, permitiendo que la memoria de estas mujeres no se pierda en el olvido.

Karayuki-san, mujeres japonesas víctimas de explotación sexual en la guerra, engañadas y enviadas a burdeles en Asia durante el siglo XIX y XX

Las doce horas de grabación revelaron el horror que vivió una de estas mujeres, desde que una anciana la contactó hasta su llegada a Singapur como polizón. Durante el viaje, los hombres del barco abusaron de ella y de todas las jóvenes que viajaban con el mismo destino: los joroyas, burdeles japoneses dirigidos por japoneses, donde fueron obligadas a prostituirse.

En estos lugares, las mujeres podían verse forzadas a atender hasta 49 o 50 hombres al día, lo que convirtió los burdeles en un foco de enfermedades de transmisión sexual (ETS). La grabación es una joya histórica, ya que existen pocos documentos sobre la vida de las Karayuki-san.

La joven protagonista de esta historia fue adoptada por un británico, quien le regaló numerosas joyas, lo que le valió el apodo de Diamond Onago entre los japoneses de la época. Con el tiempo, logró hacer fortuna y llegó a regentar un hotel, pero al regresar a Japón, fue víctima de un engaño que le arrebató todo lo que había conseguido.

Este trágico destino no solo ocurrió en Japón y Singapur. En China, mujeres en la misma situación fueron conocidas como Ah Ku, también engañadas y vendidas para prostituirse. Muchas de ellas compartieron destino con las Karayuki-san, atrapadas en una cruel red de explotación sin posibilidad de escapar.

BIBLIOGRAFÍA

  • Ah Ku and Karayuki-san: Prostitution in Singapore, 1870-1940, James F. Warren, Paperback 2003
  • Wikipedia consultada en noviembre de 2024.