Hay quien dice que el cine clásico era más bonito que el actual porque no había tanta violencia, tanto erotismo ni libertinaje, que las historias eran más dulces, la gente era más educada y las películas dejaban buen sabor de boca. Bien, pues esa gente no ha visto suficiente cine clásico, en concreto películas como la presente, que al cuarto de hora de empezar la proyección aún no tenía claro el argumento, pero ya se habían cargado como a siete tíos. Dicen que esta película es una de las fuentes de las que bebió Tarantino en su camino a ser director de cine y me podéis creer: se nota.

Brainded to kill

Branded to kill o Marcado para matar es la historia de un asesino al que conocen como Número 3 -nunca se le llama de otro modo en la película- que sobrevive matando por encargo o protegiendo a personas para otra gente a la que no conoce y a quienes no vemos jamás. Sabemos que hay otros asesinos, todos ellos numerados y la lista es encabezada por el misterioso Número 1, una presencia más que alguien real, tomado por algunos como una leyenda urbana para asustar a los propios asesinos, pero si existe es una persona cruel y sin emociones ni debilidades. El asesino perfecto. Este sería un puesto codiciado por el propio 3 y alguno de sus compañeros, si bien son conscientes de la imposibilidad de alcanzarlo sin saber siquiera si el tal existe realmente. El nivel de vida de Número 3 se mantiene sólo gracias a su eficiencia con los encargos, hasta que tiene la desdicha de fallar uno de ellos. Aquello no sólo causará que no le lleguen más encargos, sino que de pronto se vea él mismo convertido en presa de otros asesinos, traicionado por su mujer, perseguido por su amante y en el punto de mira del citado Número 1.

Brainded to kill

En los años sesenta, los juegos de gangsters, espías y criminales se volvieron muy habituales en todos los medios artísticos, desde el cine con James Bond hasta las fotonovelas para adultos pasando por la televisión o los cómics con El SuperAgente 86, Mortadelo y Filemón o Anacleto. Aquel fenómeno occidental no era desconocido en oriente y allí también tuvo su particular visión, de la mano de un personaje no por típico menos atrayente: el yakuza.

Según la raíz lingüística, yakuza viene a significar cero. El yakuza no es exactamente un mafioso como lo conocemos bajo el prisma de cintas como El Padrino, sino más bien un sicario, una persona al margen de la ley que no aporta nada a la sociedad y que esta tampoco le tiene en la menor consideración. Es alguien sin lazos familiares o sociales, un peón de personas más poderosas que él que le utilizan para no mancharse las manos. Al menos, en la acepción primitiva de la palabra era así, hoy día, convertidos en organizaciones de negocios -de la legalidad o ética de esos mismos negocios ya si eso hablaremos otro día-, los yakuza se han revestido de un aura de respetabilidad (temor) que no tiene nada que ver con el pasado, pero que sepamos que viene de ahí.

Brainded to kill

Número 3 es precisamente ese sicario sin nombre, sin relaciones -su mujer y él se maltratan y se son infieles mutuamente, la violencia es para ellos una forma de comunicarse e incluso de reflejar su particular afecto- y que depende de su puntería para seguir vivo; si accidentalmente falla, será destruido igual que nosotros tiramos a la basura un bolígrafo que ya no escribe.

Brainded to kill es una cinta nihilista, oscura y llena de pesimismo que refleja en todo momento ese vacío de la vida y el alma del protagonista y de todos cuantos le rodean. Por más que tenga momentos de belleza, imágenes inconexas de poesía y hermosura, la sucia realidad atrapa a actor y a espectador casi al momento. Las grandes dosis de violencia y erotismo vienen a romper con la pausada narración oriental y no para emular las cintas occidentales, sino para crear una nueva forma de contar historias, a caballo entre los clásicos japoneses y la modernidad que llegaba de más allá del océano.

Seijun Suzuki, director de la cinta presente, nos trajo aquí una particular historia en la que, a pesar de la frialdad, violencia y lejanía psíquica del protagonista, a pesar de saber con certeza cómo se gana la vida, no podemos evitar que nos llegue su historia a través del vehículo más clásico: la compasión. Número 3 es un fuera de la ley, un sicario que no vacila en segar vidas humanas sin más motivo que cumplir órdenes, que pega a mujeres y abusa de los débiles. Sin embargo, cuando le vemos perseguido y acorralado como un animal, resulta imposible no sentir piedad de él.

Brainded to kill es la película que ha seducido a directores como el citado Tarantino o Takeshi Kitano (Zatoichi). Una película cargada de violencia a la vez que de surrealismo, que no deja indiferente y es bueno ver, aunque sólo sea para callar la boca a los comeflores que decía más arriba de «es que el cine de antes era más bonitooooo…». Cinefiliabilidad 8, lo que significa que es dura de ver debido a la carga de violencia que tiene, está en blanco y negro y sólo puede verse con subtítulos.

Brainded to kill

BRAINDED TO KILL

AÑO DE PRODUCCIÓN: 1967

DIRECTOR: SEIJUN SUZUKI

DISPONIBLE EN:  FILMIN

DURACIÓN: 92 MINUTOS

BLANCO Y NEGRO.