En esta ocasión tengo el placer de presentaros uno de los mangas cortos que mejor sabor de boca me ha dejado en los últimos tiempos, Me~Teru no Kimochi de Hiroya Oku.
En la cultura japonesa, los hikikomori (que en español vendría a significar algo así como «aislados» o «ermitaños») son aquellas personas que se ven abrumadas por la sociedad y que se sienten incapaces de cumplir con sus obligaciones como ciudadanos, entrando en un estado de depresión extrema que les lleva a recluirse durante meses o incluso años en su casa o habitación, teniendo un completo aislamiento social con todo lo que les rodea. Se trata de una enfermedad muy común hoy en día en el país nipón y que poco a poco se va extendiendo en otros países orientales.
Ante la realidad de este hecho, el maestro Hiroya Oku (creador de la serie Gantz), se atrevió a introducirse de lleno en este problema dibujando este manga cuyo argumento trata precisamente sobre esta patología, pero vista desde la perspectiva de dos personas: el que la padece de forma directa y el que la sufre de forma indirecta. Y todo visto, claro está, con el sello inconfundible del gran Oku.
15 años encerrado, una vida por descubrir
La historia se centra en Shintarou Koizumi, un hombre de 30 años de edad, tras la muerte de su madre, que se ha pasado encerrado en su habitación los últimos 15 años de su vida. Todos los intentos por parte de su padre, Jasujirou, de hacerle salir de la habitación han sido en vano, ya que Shintarou lo culpa a él de su enfermedad.Tiempo más tarde, sin haber podido ver siquiera la cara de su hijo, Jasujirou fallece debido a un cáncer. Pero antes de morir, se había casado con una joven y atractiva mujer llamada Haruka, la cual debido al amor que sentía por él, se hace la promesa de acabar con lo que no puedo hacer su fallecido marido los últimos quince años: curar la enfermedad de su hijo.
Hiroya Oku: una crítica a la sociedad japonesa
Hiroya Oku es un manga conocido por su obra maestra Gantz. Es un dibujante seinen y se caracteriza por ser un autor al que le gusta plasmar en sus obras la situación actual de la sociedad japonesa, enseñándonos su lado más duro y egoísta, manteniendo siempre una esencia realista. Sus mangas suelen tener también una gran carga erótica, ya que como él mismo ha reconocido, «adora las mujeres con senos grandes», y sus inicios como mangaka fueron dibujando doujinshis. Sin duda se trata de un autor controvertido y poco convencional, pero que ha logrado alcanzar un estilo propio y diferenciado en sus mangas, saboreando las mieles del éxito.El manga que hoy nos ocupa, Meteru no Kimochi, fue dibujado por Oku en el año 2006 en un proyecto conjunto a su obra más famosa, Gantz, y publicado en la revista Young Jump. Es una serie corta que consta de 28 capítulos recopilados en tres volúmenes. En ella nos cuenta una historia cotidiana en la que un chico que tras la muerte de un ser muy querido para él, se ahoga en su propio dolor y sufrimiento y se encierra en su habitación durante años, huyendo de sus problemas y de todo lo que le rodea.
Sin duda estamos ante una de esas obras que no te dejan indiferente una vez la terminas de leer. Oku trata un tema serio y problemático en su país de una manera dura y realista, mostrándolo desde el punto de vista de un hombre que ha perdido todo atisbo de independencia, y de una mujer que trata de ayudarlo a toda costa, pero que tampoco puede descuidar su propia vida. Quizá la primera impresión que te deje al terminar de leerlo sea un poco confusa, e incluso algo injusta, pero si te lo vuelves a mirar y lo reflexionas en frío te darás cuenta de que este manga tiene muchísima más profundidad de la que pudiera parecer por tener solo tres tomos. Tal y como nos tiene acostumbrados el autor, el ritmo de la historia es pausado y con muy poco texto, predominando mucho los gestos y las miradas, y donde el silencio se convierte en una forma de diálogo. Cada momento de la historia está llevado con suma tranquilidad y detalle y esto provoca que nos sumerjamos de lleno en la trama.
Tocando los detalles artísticos, Oku vuelve a demostrar que está un escalón por encima de la mayoría de los autores seinen, dibujando unos diseños atractivos donde los personajes transmiten emociones y sensaciones sin necesidad de usar la palabra. Además, fiel a su estilo, dibuja unas mujeres preciosas con un escultural cuerpo y pechos grandes (en ocasiones demasiado grandes, todo hay que decirlo). Los primeros planos de los protagonistas son constantes, y las viñetas se suceden a un ritmo lento y pausado que dan sensación de realismo, como si tú fueras protagonista de esa misma situación.
En definitiva, estamos ante un manga que nos cuenta una historia de amor y sufrimiento entre un hombre debe luchar contra sus miedos para poder ser parte de la sociedad en la que vive, y una mujer que se entregará en cuerpo y alma para ayudarle a que se acepte a sí mismo, aunque ello implique a veces tomar las decisiones más difíciles y radicales. Toda una pequeña joya que hará las delicias de cualquier amante de la cultura japonesa. No os la perdáis.
Para terminar os invito a que leáis unas páginas más adelante un fantástico artículo escrito por mi compañera Ysora, en el que nos habla de una manera un poco más profunda sobre este fenómeno social japonés que son los hikikomori.
Lo mejor: El fantástico dibujo y el detalle con el que se cuenta la historia.
Lo peor: La posibilidad de no comprender del todo el trasfondo de la historia, al tratarse de un problema extraño a nuestra cultura.


2 Comentarios
Excelente reseña, este manga me hizo llorar
ResponderEliminarNos alegra que te guste y gracias por comentar
EliminarSe respetuoso o se borrará tu comentario. Gracias.