Con pinceladas de cuento, El
viaje de Shuna de Hayao Miyazaki se parece más a un libro de ilustraciones
que a un manga. Una pequeña obra del director de Studio Ghibli donde podemos
ver ya el germen de muchas de las ideas que luego encontraremos plasmadas en
sus novelas.
Shuna, príncipe de una pequeña aldea en un valle, recibe una
extraña historia de un viajero moribundo: en los confines del oeste se
encuentra la tierra de los dioses. Esta es rica en un cereal dorado, de granos
grandes y generosos, que podría terminar con la hambruna que sufre
su hogar. Esta historia hará que Shuna se interese por el viaje hacia el oeste
que este viajero no pudo completar, ya que muere esa misma noche en el valle.
Shuna sabe que su pueblo seguirá condenado al hambre porque el cereal que
cultivan con mucho esfuerzo, el hiwabie,
apenas da rendimientos. Así es como se inicia el viaje de nuestro protagonista
hacia el oeste a lomos de su yakul, donde vivirá aventuras que lo cambiarán
para siempre.
El viaje de Shuna no es un manga al uso como podrían ser otras obras del autor como Nausicaä del Valle del Viento, sino que, a pesar de contar con una narración secuencial, carece de bocadillos de texto, en su lugar nos encontramos unos párrafos explicativos en cada viñeta. Eso, unido al uso de acuarelas en el coloreado de la obra, hace que El viaje de Shuna se asemeje más a un cuento que a un cómic.
Este tipo de narrativa corresponde a un género mixto que
hizo aparición en Japón a finales de la década de 1940 y 50, conocido como
emonogatari. El emonogatari sería una suerte de evolución de los kamishibai de los templos budistas
japoneses, solo que los emonogataris
estaban publicados en revistas juveniles y no versaban sobre temas divinos.
En El viaje de Shuna
encontramos, a su vez, muchísimas de las ideas que veremos más tarde en las
películas de Miyazaki. Sin ir más lejos, el protagonista, Shuna, recuerda mucho
a Ashitaka de La princesa Mononoke:
viaja desde tierras lejanas en busca de su destino (en ambas se narra un
clásico viaje del héroe de la mitología universal) a lomos de Yakul, que en el
caso de la película La princesa Mononoke
es el nombre del animal y aquí es como se llama a la especie. La idea del
jardín y sus gigantes podemos verla en Laputa;
o las mujeres con fuerte carácter, en este caso representada por Tea, que toma
la voz cantante cuando rescata a Shuna y es la que decide plantar los granos
de cebada que él trae del jardín de los dioses. Este tipo de figuras femeninas
de carácter fuerte se repetirán a lo largo de toda la producción del director.
Asimismo, es interesante observar que esta obra es gemela a
nivel estilístico a Nausicaä, ya que
ambas fueron concebidas en la misma época, entre 1981 y 1982, siendo El viaje de Shuna posterior al
lanzamiento del primer tomo de Nausicaä.
Es por ello que comparten mucho en común con respecto al diseño de personajes o
incluso a la propia concepción tanto de la historia como del escenario.
El viaje de Shuna
es una maravillosa obra para amantes de Hayao Miyazaki, ya que encontrarán en
ella mucho del autor y sus ideas. Por otro lado, esta obra, autoconclusiva y
muy fácil de leer, es también interesante para amantes de la fantasía
asiática o cuantos deseen introducirse en el universo de Miyazaki.
Ficha técnica
Nombre original: Shuna no Tabi (シュナの旅)
Autor: Hayao Miyazaki
Editorial: Salamandra Graphic
Géneros: Aventuras, fantasía
Número de tomos: 1
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