Cuando Charles M. Schulz  contaba con tan solo dos días de edad, su tío le apodó Sparky en honor a Spark Plug, un caballo de carreras de una tira cómica. Esta anécdota le fascinaba tanto que pedía a sus padres que se la repitieran constantemente. Hijo único y, según quienes le conocieron, sobreprotegido, Schulz mostró desde niño una pasión inquebrantable por los cómics, afición que su padre fomentó al comprar varios periódicos diariamente solo por sus tiras cómicas.


"Tira cómica clásica de Peanuts con Charlie Brown y una conversación sobre su importancia. Humor y nostalgia en las primeras tiras de Schulz."

Durante su adolescencia, Schulz siguió comprando tebeos, pero no solo para leerlos, sino para estudiar y perfeccionar su trazo, siendo sus principales influencias Disney y Buck Rogers. La Segunda Guerra Mundial interrumpió su sueño de convertirse en dibujante profesional, pero al terminar el conflicto comenzó a enviar sus propias tiras y páginas a los periódicos. Para finales de los años cuarenta, ya publicaba su propia tira, Li’l Folks (Gente Menuda), en el Saturday Evening Post.

Tras dos años dibujando la tira, Schulz pidió una mejor ubicación en la revista, ya que  su trabajo aparecía en la sección femenina, entre recetas de cocina y consultorios sentimentales. También pidió una publicación diaria en lugar de semanal o, al menos, un aumento de sueldo, pero sus peticiones fueron denegadas. Ante esto, decidió renunciar y buscar nuevos horizontes más favorables para su talento.

Schulz retomó el envío de tiras a revistas y periódicos. En la primavera de 1950, la United Feature Syndicate mostró interés por Gente Menuda. Schulz viajó a Nueva York para entrevistarse con ellos, llevando consigo material nuevo de su tira y muestras de otra propuesta: las desventuras cotidianas de un niño cabezón, su perro y los niños de su barrio. Aunque al principio se interesaron por Gente Menuda, finalmente adquirieron la segunda idea, que marcaría la historia del cómic: Carlitos. Sin embargo, Schulz tuvo que aceptar un cambio de nombre que detestó siempre: Peanuts (Cacahuetes), conocido en algunas zonas de Latinoamérica como Rabanitos. El editor mantuvo que toda pandilla debía tener un nombre artístico, puesto que las historietas no versarían siempre sobre Carlitos y su perro. Finalmente, Schulz tragó con la decisión editorial muy a su pesar y gran parte de las tiras dominicales de a media página aparecen tituladas con el nombre de Peanuts, pero una cantidad no inferior lo hicieron con el nombre de «Good Ol’ Charlie Brown» (El bueno de Carlitos, nombre con el que a veces le llaman tanto para reírse de él, como para apreciarle). Por respeto al autor, la mayoría de merchandising, así como las películas,  usaron siempre el nombre de Carlitos.

"Tira cómica de Peanuts con Charlie Brown y su pandilla jugando. Una escena clásica de humor creada por Charles Schulz."


Las aventuras de la pandilla nos transportaban a su mundo de juegos, casas y colegios, pero siempre con los niños como protagonistas absolutos. Aunque a veces interactuaban con adultos, estos nunca fueron dibujados. En los primeros años de la tira, los adultos tenían voz y hasta bocadillos con diálogos, pero desde la primera década, su voz desapareció por completo. En las adaptaciones animadas, la voz adulta era siempre sustituida por un toque de trompeta característico.

Schulz continuó escribiendo, dibujando y rotulando él mismo una tira diaria, incluyendo domingos y festivos, hasta finales de 1999, cuando se le diagnosticó un cáncer que acabaría con su vida en la víspera de San Valentín del año 2000. Su legado incluye más de 17.000 tiras realizadas íntegramente por él, un logro nunca igualado en el mundo del cómic (os recuerdo que incluso nuestro Ibáñez I el Grande utilizó entintadores en la etapa final de su vida). 

«¡Mi pobre y adorable nene!»

En su intento por definir el amor, Carlitos expresa su deseo de encontrar una persona con quien compartir sus problemas, alguien que lo escuche y le dé un besito mientras le dice: «¡Oh, mi pobre y adorable nene!». Sin embargo, como suele ocurrir, Peppermint Patty se desvía del tema y lo acusa de ser raro, sin entender nada. Esta interacción pone de manifiesto cómo, cuando pensamos en una pandilla infantil, solemos imaginar a un grupo de niños que juegan, ríen y se apoyan mutuamente. Pero en el mundo de Carlitos, las cosas son diferentes.

En lugar de ser un grupo unido, los niños en el universo de Carlitos se asemejan más a compañeros de trabajo. Se comunican, colaboran y, sí, juegan, pero realmente cada uno es un mundo en sí mismo. A menudo, cada uno cree tener la razón y, aunque compartan espacio, tienden a sentirse solitarios. Este enfoque, tan único y auténtico, ha sido una característica central de Carlitos desde sus primeros días en la tira cómica, y con el tiempo, esta actitud se ha hecho aún más prominente, lo que le otorga a su personaje una profundidad singular.

Carlitos ve al resto de niños de su vecindario charlar, jugar a deportes y divertirse, mientras que él suele estar excluido de esas actividades a no ser que las organice él mismo. Y cuando las organiza, siempre es para perder. Torpe, bastante pesado y con tendencia a pensar de más, Carlitos no para de lamentarse por no gustar a los demás (en realidad, por no ser popular y fantástico como lo son otros personajes de cómic) y por ser un patoso en los deportes. Sin embargo, el ambiente social que le rodea no es demasiado amigable.

En los primeros cómics de Carlitos, los niños que compartían tira con él no le prestaban demasiada atención, en tanto que las niñas le insultaban a diario. 

Si pasamos lista, Shermy era un chico decidido, un poco tópico, más interesado en Snoopy que en su dueño (su falta de personalidad le hizo ir desapareciendo a lo largo de la primera década). Cochino o Pig Pen era un niño amable, pero la nube de suciedad que llevaba a cuestas hacía difícil mantener con él una amistad. En cuanto a Schroeder, el gran admirador de Beethoven, su mejor amigo era y será siempre el piano, instrumento que le basta para ser feliz, para gran desesperación de Lucy.

Con ella llegamos a las niñas. Las primeras que llegaron a la tira fueron la citada Lucy, Violeta y Patty, pareja que sí mantuvo una amistad (más tarde serían Peppermint Patty y Marcie quienes hicieran inquebrantable pareja), cimentada en pasteles de barro y críticas a Carlitos. También ellas irían desapareciendo, primero Patty y más tarde Violeta. Poco después llegó Frieda, cuya intervención se convirtió en ocasional, siendo la mayor baza de su personalidad el tener el cabello rizado natural

La única que continuó desde el inicio a final de la tira fue Lucy Van Pelt. Y quien piense que el Joker o Lex Luthor son villanos crueles, no ha visto las interminables tiras de Lucy quitándole el balón a Carlitos (momento que incluso fue parodiado en Padre de Familia), sonsacándole dinero a cambio de obviedades, cuando no insultos, en su «consulta psiquiátrica» o fastidiándole de forma gratuita. Terca, mandona, envidiosa y gruñona, Lucy cree ser una mujer fuerte, feminista y liberada y de su fuerza nadie puede dudar, pero tampoco de su mal corazón. 

La niña encarna el feminismo de doble moral y cómodo, según el cual ella puede pegar a quien se le antoje porque para algo es una mujer sin miedo, pero nadie le puede devolver el golpe porque cómo va a pegar nadie a una niña. Lucy se dedica a hacerle la vida más difícil a todo el mundo, cebándose especialmente en quienes son más pequeños que ella, como sus hermanos Linus y Rerun, o el propio Carlitos.  

«Las hermanas mayores son la mala hierba en el césped de la vida»

En la mayoría de las tiras cómicas protagonizadas por niños, estos no tienen edad ni crecen con el paso del tiempo. Sin embargo, en ocasiones se emplea el crecimiento selectivo, es decir, un personaje evoluciona mientras el resto permanece igual. Dado que los bebés no suelen ser muy divertidos (con permiso de Maggie Simpson, la tiradora más joven del mundo), los autores suelen recurrir a este recurso narrativo.

"Tira cómica de Peanuts con Charlie Brown y su pandilla jugando. Una escena clásica de humor creada por Charles Schulz."

Esto ocurrió con Linus, y más tarde con Sally y Rerun. Cuando nació Rerun, Lucy protestó porque le tocaba vivir de nuevo la misma experiencia que con Linus, como si fuera una reposición televisiva. Este comentario inspiró a Linus a darle su nombre. Los tres personajes comenzaron como bebés y, con el tiempo, pasaron de gatear y tomar biberón a ir solo un curso por detrás de sus mayores.

Su hermana mayor es todo lo malo, mientras que Linus es todo lo bueno. Es estudioso, lector, hábil de nacimiento y, lo más importante, el único amigo de Carlitos. Pero Linus también tiene sus propias debilidades, lo que lo hace un personaje más humano y entrañable.

Su mayor dependencia es su mantita de franela azul, a la que se aferra para sentirse seguro. Sin ella, puede entrar en crisis de ansiedad, hasta el punto de sufrir en el día de la colada. Aunque ha intentado dejarla varias veces, siempre vuelve a ella.

Otra de sus obsesiones es La Gran Calabaza, un ser legendario que, según Linus, aparece en Halloween en el campo de calabazas más sincero para dejar regalos a los niños. Esta creencia, junto con su apego a la mantita, lo humaniza y evita que sea un personaje demasiado perfecto.

Carlitos suele apoyarse en Linus, ya que, a pesar de ser más joven, su amigo es mucho más valiente y resolutivo. Nadie se burla de Linus, nadie le subestima: posee una memoria excepcional, está en el Cuadro de Honor de la escuela y demuestra una gran capacidad intelectual. Sin embargo, cuando Linus da consejos a Carlitos, este se siente incapaz de seguirlos, pues carece del valor de su amigo. Carlitos es un gran soñador, pero su miedo al fracaso y a ser ignorado o ridiculizado le paraliza. En cambio, Linus, quizá por estar acostumbrado a los golpes de su hermana Lucy, ha desarrollado una gran seguridad en sí mismo. Armado con su mantita, que usa como una fusta, y su agudo ingenio, enfrenta sus miedos con sarcasmo e ironía, especialmente cuando su hermana le obliga a hacer algo.

Linus es el personaje que en cualquier otra tira cómica sería el protagonista: fuerte, inteligente y con un amigo más cómico como secundario, además de un archienemigo dentro de su propia casa. Sin embargo, Charles Schulz rompió con la lógica narrativa, dejando a Linus en un papel secundario.

Curiosamente, hay una persona a la que ni siquiera Linus puede vencer: Sally, la hermana de Carlitos. 

«¡Mi dulce Baboo!»

Nacida el 26 de mayo de 1959, la pequeña Sally Brown llegó cuando la tira cómica ya llevaba casi una década publicándose. Charles M. Schulz era consciente de que una tira precisaba renovarse periódicamente, lo que significaba incluir a nuevos personajes a fin de no estar dando vueltas siempre a los mismos gags, sino poder introducir nuevos argumentos. De modo que hizo desaparecer a personajes agotados y en su lugar nos presentó a la dulce, aunque algo chanchullera, Sally Brown.

En aquella tira, Carlitos recibía una llamada desde el hospital (en la anterior había pedido permiso para quedarse a dormir con Linus porque su mamá estaba ingresada) en la que le dicen que ha tenido una hermanita. El niño sale de casa gritando de emoción: «¡Soy padre! ¡Quiero decir, mi papá es padre, soy hermano! ¡Tengo una hermanita, soy hermano!».

En este punto, Schulz supo manejar muy bien lo que hoy llamaríamos el hype: tardó varias tiras en mostrar al lector a la nueva integrante del cómic. Antes de ello, nos enseñó a Carlitos repartiendo cigarrillos de chocolate por el nacimiento, reveló el nombre, y al fin, la hizo aparecer un día en el que Carlitos no podía ir a jugar al béisbol con su equipo porque tenía que pasear a su hermanita, quien, en aquella tira, tenía exactamente el mismo aspecto que su hermano, sólo que con pelo femenino. El toque vino cuando a la bebé le echaron en cara que Carlitos no podía jugar por su culpa y concluyó: «No le gusto a nadie».

Al igual que Linus, Sally creció de forma conveniente, aunque ya al año de edad y antes de hablar comenzó a mostrar predilección por Linus, le besaba en descuidos, le hacía arrumacos y le seguía agarrada a su mantita. Linus se siente abrumado por esa atención desmedida y porque ella le llama cariñosamente «su dulce Baboo». El que Linus le asegure que no lo es, la ignore o incluso que se interese por otras chicas despertará los celos de Sally, pero no la detendrá.

Naturalmente, este interés romántico no es la única faceta de la niña. Sally es una pequeña con una imaginación desbordante que puede que deteste los deberes, pero encontrará la forma de disfrutar con ellos o de que su hermano o aún Linus le ayuden a hacerlos, los llenará de chistes malos y será capaz de hablar hasta con el edificio del colegio. Y sí, este no sólo le responderá a su manera, también llegará a tirarle un ladrillo a Linus en una ocasión por no tratarla con cortesía.

Al contrario que su hermano, Sally no es un personaje que permita que nadie se ría de ella; quien lo intenta recibe siempre una buena bofetada. Sin embargo, ella también teme a los mayores y a los maestros; en esos casos siempre esperará que Carlitos la saque de apuros porque eso es lo que hacen los hermanos mayores

«¡Y deja de llamarme “jefe”!»

Llegamos a uno de los personajes más queridos y conocidos de la tira cómica: la desinhibida y chicazo Peppermint Patty. Corría el año 1966, las niñas ya usaban todas peto y pantalón vaquero porque eran más cómodos que las falditas para jugar, y Charles Schulz quiso crear un personaje femenino más acorde con los tiempos y con un papel más relevante. Así, cuando Franklin, que ha conocido a Carlitos jugando en la playa, decide escribirle para jugar un partido de béisbol, Peppermint Patty le dice que es más rápido llamarle y le saluda con su ya mítico «¡Hola, Chuck!».

"Tira cómica de Peanuts con Charlie Brown y su pandilla jugando. Una escena clásica de humor creada por Charles Schulz."

Peppermint Patty se nos presentó como una niña fuerte y llena de decisión, aunque también tremendamente despistada, al punto de tomar a Snoopy por un niño más, sólo que muy silencioso y con la nariz un poco grande. Huérfana de madre y criada por su padre, Patty es una apasionada de los deportes y muy buena en ellos, pero un absoluto desastre en el colegio. Su padre, periodista deportivo, llega muy tarde a casa y ella le espera despierta hasta la madrugada, lo que hace que se duerma en clase y nunca lleve los deberes. Su amiga Marcie—a quien conoció en el campamento siendo Patty monitora, de ahí que la llame "jefe" o "señor"—le aconseja frecuentemente un cambio de hábitos, pero eso para Peppermint Patty es como pedirle valor a Carlitos.

Chica a fin de cuentas, a Peppermint Patty le gusta mucho Carlitos, aunque no quiera reconocerlo. Y a Marcie también. Esto provocará una situación nunca antes vista en la tira cómica: Carlitos pasa de no gustar a nadie y ser el blanco de los insultos de las chicas a gustar al mismo tiempo a dos de ellas, algo que no sabe gestionar (sobre todo porque a él le gusta otra, La Niña Pelirroja, que, como buena Dulcinea, nunca aparece en las tiras). Las situaciones cómicas son muy abundantes: frente a la determinación de Patty y la desarmadora sinceridad de Marcie, Carlitos solo sabe reaccionar con su habitual pasividad, esperando que se olviden de él, fingiendo que es un contestador automático cuando tratan de llamarle o contestando con evasivas. Esa actitud no pasará desapercibida; cuando Sally se entere de que su siempre suplicante de atención hermano ha dejado de responder a las cartas que desde el campamento le enviaban las niñas, no vacilará en reaccionar con agresividad: «Creo que voy a darte una patada, ¡y sé que me voy a sentir tan bien, que luego te voy a dar otra!».

A raíz del interés de Peppermint Patty en Carlitos, llegamos a un capítulo muy emotivo: su autopercepción como una niña fea de nariz grande, cuyos intentos de verse más guapa sólo la hacen parecer ridícula. Patty sabe que no es femenina ni mona, y aunque esto no le importa en el presente porque su destreza en los deportes la pone por encima de cualquier chico, es consciente de que el tiempo pasa, que los chicos buscarán en las chicas cualidades distintas a las suyas y eso la pone triste. Al coincidir en el campamento con la famosa Niña Pelirroja y compararse con ella, el resultado le da ganas de llorar. Serán Snoopy y Linus quienes encuentren las palabras adecuadas para consolarla: Linus la anima a tener paciencia, confiar en su desarrollo y en encontrar a alguien que la valore en su totalidad, alguien para quien ella sea la gran belleza que realmente es. Snoopy será más directo y la besará en la mejilla.

Las viñetas de Peppermint Patty y Marcie cobraron gran protagonismo en la década de los 80. En la época del cinismo y del humor sarcástico, la pareja de niñas brilló como nunca antes con su infinidad de gags escolares. Patty se enganchaba la carpeta en un dedo, en el pie, en el pelo... en otras tiras se ponía un casco para que los insuficientes bajos no la golpearan, se ponía lacitos en el cabello porque «las maestras no pueden resistirse a las niñas con lacitos en el pelo». Marcie, por su parte, jugaba a hacer equilibrios sobre la nariz de su amiga cuando esta dormía en clase, usaba su cabeza roncante como proyecto de Ciencias o se lamentaba de haber aprobado todo con sobresalientes y no irse de vacaciones, mientras Peppermint Patty, tras repetir curso, se iba de verano a Francia con su padre. 

«¡Oh, maldito seas, Barón Rojo!»

Al fin llegamos al segundo protagonista del título: Snoopy. En un principio, el beagle iba a ser un perro juguetón y travieso, el típico perro de niños que no muerde, es tragón, goloso y dormilón. Realmente, empezó siendo así, pero muy pronto se alejó del tópico para volverse único, mucho más que el acompañante de unos niños o una mascota de grupo. Snoopy se convirtió en un personaje por derecho propio, el protagonista de su propio mundo.

"Snoopy en su icónica batalla imaginaria contra el Barón Rojo en una tira de Peanuts a color. Aventuras y creatividad en el universo de Schulz."

Para empezar, Snoopy era el único perro del mundo capaz de hacer cosas como traer una pompa de jabón sin romperla, bailar la polka o hacer imitaciones. Ha imitado a Violeta, Lucy, un alce, Mickey Mouse e incluso Beethoven. Y eso fue solo el principio. Su prodigiosa imaginación y sus ilimitados recursos le permitieron tener un seguro privado de salud, un ropero de cedro, una mesa de billar e incluso un Van Gogh, aunque perdió todo en el incendio de su primera caseta. Sin embargo, su caseta ha sido mucho más que un simple hogar: ha sido su inseparable Sopwith Camel, su avión de combate de la Primera Guerra Mundial, con el que ha protagonizado innumerables refriegas contra el Barón Rojo, el legendario as de la aviación alemana.

Para aumentar la comicidad, la imaginación de Snoopy no siempre lo hace salir victorioso. A veces se enfrenta a tramas de espionaje o batallas donde es derribado o capturado por el enemigo. También hace amistad con hermosas camareras, chicas y enfermeras francesas, que, a partir de cierto momento, serán interpretadas por Marcie, pues ella habla francés. Además, la aparición de sus hermanos, como Spike o Belle, enriquecerá aún más estas aventuras.

Otra inolvidable faceta del querido perro es la de escritor. Armado con su máquina de escribir, suele comenzar sus historias con la clásica frase: «Era una noche oscura y tormentosa». Como cualquier escritor, Snoopy no solo enfrenta el reto de la hoja en blanco, sino también a los sabelotodo que intentan decirle sobre qué escribir y cómo hacerlo, criticándole sin haber escrito nunca nada. Y, por supuesto, también recibe los temidos rechazos editoriales. En este aspecto, Snoopy no es precisamente paciente, al punto que las editoriales le enviaron una posdata en sus cartas de rechazo: «No lo pague con el buzón». Afortunadamente, Snoopy no está solo en su cruzada creativa: cuenta con la ayuda de su secretario y "amigo de amigos", el pajarito Woodstock (conocido como Emilio en algunas zonas de Latinoamérica).

Desde siempre, Snoopy ha tenido buena relación con otros animales, como mariposas, conejos y pájaros, excepto con los gatos, en especial su vecino, el temible Segunda Guerra Mundial. Los pájaros solían anidar en el techo de su caseta, en su barriga o incluso usar su casa para jugar al póker. Sin embargo, en marzo de 1966, un pajarito comenzó a aparecer con frecuencia junto a Snoopy, protagonizando numerosos gags divertidos, como cuando le pidió protección en el Día de Acción de Gracias. Para el año 1970, el pequeño pájaro recibió un nombre oficial y se convirtió en un personaje fijo: Woodstock, la eterna pareja cómica de Snoopy.

Snoopy y Woodstock han vivido incontables aventuras juntos: migraciones fallidas, búsquedas de su madre y cuando más pajarillos se unieron a la pandilla formaron un grupo scout. Este grupo realizaba excursiones por el inhóspito desierto, viajando hasta Fort Zinderneuf, un claro homenaje a la novela y película Beau Geste 

«Sé que no le gusto a nadie… ¡¿Por qué tiene que haber un día de San Valentín que me lo recuerde?!»

Al contrario de lo que creía Carlitos, gustaba a mucha gente. De hecho, su aceptación entre los lectores fue instantánea, precisamente por su tendencia a la depresión. En los años 50, la mayoría de los cómics giraban en torno a superhéroes, aventuras y deportistas, todos modelos de éxito y superación. En las tiras cómicas, los protagonistas solían ser adultos o adolescentes que hablaban de política o relaciones personales, pero Carlitos rompió con este esquema: era un niño que se veía a sí mismo como un perdedor. Algo inusual en una Norteamérica que aún vivía el Sueño Americano.

Carlitos no es un deportista exitoso, ni un gran estudiante, ni alguien carismático o seguro de sí mismo. Es todo lo contrario, aunque sus amigos sí lo sean. A él todo el mundo le hace sombra, vive autocompadeciéndose, soñando con ganar algo alguna vez y lamentándose porque nadie lo quiere. Si su equipo gana, es porque él no está; su ídolo del béisbol es un jugador de segunda fila; nunca logra hacer volar una cometa; todo le asusta o lo enferma… es el perfecto antihéroe, hasta el punto de que cuando coge la gripe, lo hace fuera de temporada y ni siquiera enferma bien.

Sin embargo, Carlitos no es un personaje mísero ni cansino. Todo lo contrario: sabe despertar nuestra simpatía con maestría. No guarda rencor, es bondadoso, desinteresado y tierno. Y, lo más importante, todos podemos identificarnos con él. Porque ninguno de nosotros tiene réplicas ingeniosas en el momento oportuno ni puede volar, pero sí hemos sentido angustia por nimiedades y, en lugar de corregirnos, hemos agravado la situación. Todos hemos pensado alguna vez que nadie nos quiere, que no tenemos suerte y que nunca ganamos nada. Todos tenemos algo de Carlitos.

Gracias a esta conexión emocional, los lectores se enamoraron de Carlitos y su pandilla desde el primer momento. En poco tiempo, periódicos y revistas infantiles se peleaban por publicarlo. Para los años 80, Carlitos entró en el Libro Guinness de los Récords por ser la tira cómica publicada en más periódicos (más de 2.000). Sus lectores alcanzaron los 355 millones y sus aventuras se han traducido a más de 40 idiomas. Carlitos sentó las bases de las tiras cómicas protagonizadas por niños y aptas para todos los públicos, inspirando obras como Calvin y Hobbes. De hecho, Bill Watterson, creador de esta última, ha reconocido en muchas ocasiones que Charles Schulz fue una gran inspiración para él.

El autor no dejó de dibujar ni un solo día de su vida profesional, incluso en momentos difíciles. Durante su divorcio en 1973, afirmó que «ignoraba cómo funcionaba la mente humana», pero, paradójicamente, en ese periodo creó algunas de las tiras más divertidas de su carrera. Aunque en los años 90 su trazo perdió la soltura de sus inicios, siguió siendo fiel a sí mismo y a su trabajo.

Carlitos y Snoopy en la cultura popular

«No le gusto a nadie» Cualquiera que haya leído una tira cómica o visto una película de Carlitos sabe que esta es su frase más icónicaCarlitos es un niño con un carácter depresivo y algo neurótico, convencido de que no tiene amigos y de que todo el mundo se ríe de él. Pero, ¿tenía razón?

Snoopy y Carlitos han sido editados en una lujosa colección en tapa dura por Planeta Cómics, donde se pueden disfrutar todas las tiras. Cada tomo incluye un prólogo de alguien cercano a Schulz, como Matt Groening, Bill Watterson o incluso Whoopi Goldberg.

En el cine, han tenido más de treinta adaptaciones entre mediometrajes y largometrajes, como:

  • Un niño llamado Carlitos
  • La liga de Carlitos
  • ¡Esto es magia, Carlitos!
  • ¡Estás enamorado, Carlitos!
  • Buen viaje, Carlitos… ¡y no vuelvas!

Algunas de estas películas han sido utilizadas con fines educativos, enseñando a los niños temas como la importancia de la naturaleza, la historia de su país o el manejo de emociones. También han abordado temas más profundos, como la soledad, el abandono e incluso el cáncer infantil.

La última adaptación, Carlitos y Snoopy: La película de Peanuts, en animación 3D, demostró que estos personajes siguen más vivos que nunca, moviendo millones en taquilla. Y, aunque Carlitos no reciba tantas tarjetas de San Valentín como Snoopy, puede estar tranquilo: todo el mundo lo quiere.


"Una emotiva tira de Peanuts donde descubre que alguien lo quiere. Un momento icónico de amor y amistad en los cómics de Schulz."