Una historia y cuatro versiones. Filosofía, mentira, verdad, honradez, corrupción, excusas, violación, asesinato, crisis de fe… todo ello condensado en menos de una hora y media de duración. Cuando hablamos de cine judicial todos pensamos en Doce hombres sin piedad, Matar un ruiseñor y los grandes clásicos, sin embargo, existe un gran -muy gran- clásico menos conocido por provenir de oriente, y de él vamos a tratar hoy, Rashomon, de Akira Kurosawa.

Nos encontramos en la puerta de Rashomon, lo que queda de un edificio destruido en el que se cobijan tres hombres. Dos de ellos se encuentran aún trastornados por lo que han presenciado en el juicio en el que han sido testigos y deciden contárselo al tercero. Al parecer, un temible bandido de los alrededores llamado Tajomaru (Toshiro Mifune. Billy Wilder tenía a Jack Lemmon, Mariano Ozores a Esteso y Pajares, y Kurosawa tuvo a Mifune; los grandes directores tienen sus actores-fetiche y suele ser por razones de peso) ha sido acusado de violar a una mujer y asesinar a su marido. Detenido por un lugareño, el bandido cuenta, entre salvajes carcajadas de presunción, su versión de los hechos. Pero después la mujer violentada contará otra muy distinta. También el hombre asesinado, a través de una médium, contará su versión. ¿Cuál de ellas será la auténtica?



Aunque el tema de la verdad sea el central, no será el único de la historia. El amor, la frustración, la rígida moral que hace recaer la culpa en la propia víctima y bajo todo ello la pérdida de la fe en el ser humano compiten en esta película para robarse el protagonismo unas a otras. Así, el bandolero acusa a la mujer de debilidad, de gozar con él y huir más tarde; ella misma busca consuelo en un marido en el que ya sólo encuentra desprecio e intenta suicidarse al no soportar su mancilla; su marido la acusa de sobornar al bandido con su cuerpo para librarse de él y presume de su propia valentía al suicidarse… cada quien se pone a sí mismo como héroe y villanos a los demás. El joven monje, que fue el último en ver con vida al samurái, queda convencido de que el género humano da asco y no existe nada honroso en nadie.

La narración a base de analepsis (quizá conozcas esta palabra bajo el vestido inglés: “flashback”.) era algo que nunca se había visto en el cine y menos en el cine japonés hasta el momento. Además de eso, Rashomon mezclaba a su antojo dos cuentos de Ryonosuke Akutawaga (prestigioso autor de cuentos japoneses, considerado el padre del citado género, muy interesado en el Japón feudal y para quien la pérdida de su madre constituyó un durísimo golpe que condicionó toda su vida hasta su suicidio por sobredosis de tranquilizantes en 1927, con treinta y cinco años de edad), a fin de cuadrar la historia como quiso el director. A tal punto era original que Kurosawa pasó verdaderos apuros para financiarla. Su argumento, presentado a varias productoras, era invariablemente rechazado, todos lo consideraban demasiado complejo y enrevesado, nadie querría ver una película tan complicada. Finalmente, la Daiei Film se avino a producirla y las predicciones se demostraron equivocadas. Rashomon no sólo gustó al público japonés, sino también -y mucho- al extranjero, llegando a conquistar el León de Oro de Venecia en 1951 y el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa al año siguiente.




La influencia de la cinta que nos ocupa en la Historia del cine ha sido incalculable, siendo adaptada de forma más o menos velada por el cine occidental en varias ocasiones, además de dar de beber a un sinnúmero de directores, desde Hitchcok a Tarantino pasando por Brian Singer. Resulta imposible no recordarla cuando nos encontramos frente a películas como Reservoir Dogs, Pulp Fiction o la soberbia Sospechosos habituales.

Rashomon es una cinta dura, pero muy entretenida y bien llevada. Su escasa duración la hace apetecible para disfrutarla incluso en versión original (aunque se puede ver doblada. Generalmente, apoyo el doblaje porque la inmersión cinematográfica es más elevada que leyendo subtítulos, pero os recomiendo que, al menos-al menos, os animéis a escuchar a Mifune en japonés. Diréis que sobreactúa y tendréis razón, pero es absolutamente creíble. Es más que un bandido, es un demonio). Una película que nos muestra hechos crudos y caracteres poco amables pero que será capaz de dejarnos buen sabor de boca pese a ello. Cinefiliabilidad 7, lo que significa que es en blanco y negro, dura y sin alivios cómicos, pero breve y bien actuada para hacerla apetecible.


El elenco y el director.

 


FICHA TÉCNICA.

RASHOMON

NACIONALIDAD: JAPONESA.

DIRECTOR: AKIRA KUROSAWA.

GÉNERO: DRAMA JURÍDICO DE ÉPOCA.

DURACIÓN: 88 MINUTOS

BLANCO Y NEGRO.

DISPONIBLE EN FILMIN