Para empezar a hablar de las famosas buceadoras de la isla de Jeju, debemos remontarnos primero a sus oponentes masculinos. Durante el siglo V existieron los llamados Pojak (鮑作), también conocidos como sinryangyeokcheon (身良役賤), porque eran pescadores y buceadores al mismo tiempo. Eran los encargados de recolectar marisco y pescar, mientras que las haenyeo (해녀) recolectaban algas.

Bucear en apnea tiene el riego de perder la vida y era común que quisieran escapar de semejante trabajo. Durante la época Joseon, y debido al excesivo pago de tributos, los pojak pasaron todas sus funciones a las haenyeo, ya que una sociedad patriarcal prefiere proteger al hombre.

Así pues, las primeras haenyeo de las que hay constancia escrita aparecen en el siglo xvii, donde se las nombra como jamnyeo (잠녜) o jomnyeo, palabra procedente del chino (潛女) que significa «mujer dormida» (literalmente), pero que se traduce como mujer cuyo trabajo es ir al mar a recoger pepinos de mar, algas y abulones.

Según los escritos, el rey Jeongjo (1752-1800) miraba fascinado como las mujeres desnudas saltaban de las rocas para sumergirse en el mar trayendo consigo sus preciados tesoros… y muchas veces se olvidaba de «cobrarlos».

haenyeo
Grupo de Haenyeo en 1958

Se ha especulado entre las haenyeo y las sirenas (lo entendemos tras imaginarnos al Rey presenciando la inmersión) ya que hay leyendas donde la sirena es sospechosamente parecida a una de nuestras buceadoras y pese a ser considerados «animales marinos», necesitaban salir a la superficie a respirar.

Estas heroínas declaradas Patrimonio de la Humanidad en 2016 vivieron su peor etapa durante la Invasión japonesa en el siglo XX, siendo expoliadas y muchas veces violadas, ya que el escueto atuendo que vestían (solo se protegían con una chaqueta), parecía atraer el apetito sexual de los hombres. Esto, unido a que los japoneses también empezaron a bucear cogiendo lo que les parecía sin ton ni son. Muchas fueron llevadas a Japón conviviendo con las ama (海人). El número de ama decreció considerablemente a partir de 1960 y a día de hoy son un elemento cultural y turístico.

Debido a la historia que comparten haenyeo y ama, ni Corea ni Japón dan su brazo a torcer para ponerse de acuerdo quién fue la mayor influencia (si es que la hubo) y merece el título de ser las primeras.

Empezaban a muy temprana edad y practican el conocido como sumbisori (숨비소리), y es el sonido de una haenyeo exhalando cuando flota después de bucear, muy parecido al silbido de un delfín. Llevaban un traje de tres piezas confeccionado en algodón blanco que les serviría en caso de cambios físicos como el embarazo, ya que daba de sí, una chaqueta y un pañuelo que les cubría la cabeza para mantener el calor corporal.

Ya hemos hablado del mito de la isla de Jeju, Seolmundae (설문대), la Diosa que creó la isla a base de barro y a la que se encomendaban las haenyeo antes de sumergirse.

A día de hoy, el número ha mermado considerablemente y la juventud no está dispuesta a arriesgar su vida, así que tras negarse a llevar bombonas de oxígeno para sus inmersiones, aceptaron los trajes de neopreno y se han convertido en un reclamo de la isla de Jeju, donde podemos disfrutar de la maravilla que es ver a mujeres de avanzada edad en comunión con el mar.
 

BIBLIOGRAFÍA

 
-Namu Wiki consultada el 22 de septiembre de 2022
- Lisa See, La isla de las mujeres del mar, ed. SALAMANDRA, 2021
- Koh Hee-young, Mamá y el mar, Editorial Principal de los libros, 2019

haenyeo