Si retrocedemos en el tiempo un puƱadito de aƱos (como unos cinco o seis mil, aƱito arriba, aƱito abajo), encontraremos a los seres humanos ya establecidos en poblados y aldeas mĆ”s o menos prósperas, que dependĆ­an de un sistema de gobierno encarnado por un monarca o jefe absoluto que ejercĆ­a todos los poderes, salvo quizĆ”s el religioso, que era ostentado por el sacerdote o hechicero. Bien, esos gobernantes en cuestión se dan cuenta con el paso del tiempo de la necesidad de registrar unas leyes fijas que todos conozcan y de dejar constancia de otras muchas cosas para la posteridad mĆ”s allĆ” del boca-oreja, como los resultados de los juicios, el pago de los impuestos o la contabilidad de las cosechas. ¿Cómo hacer todo esto si aĆŗn no existĆ­a la expresión escrita? Es preciso inventarla, y para ello se empieza usando los sistemas de cuerdas. Mediante manojos de cuerdas en los que se practican nudos se guarda la información. Cada tipo de nudo o nĆŗmero de los mismos en una cuerda representa una cifra o un sonido, o hasta una sentencia. Con este rudimentario sistema el antiguo pueblo chino llevó la contabilidad de sus comercios y aĆŗn sus leyes de forma muy eficaz, aunque muy poco prĆ”ctica. Apenas las leyes abandonaron el sistema del Talión (el «ojo por ojo»), ya os imaginarĆ©is el engorro que suponĆ­an los nuditos. Se hizo preciso condensar la información de una forma mĆ”s prĆ”ctica y allĆ­ se inventaron -como en otras partes del mundo- los ideogramas.

                SegĆŗn cuenta la leyenda, fue Huang-Di, el «Emperador Amarillo» quien tuvo la idea de convertir los dibujos en palabras. Al parecer, el emperador reflexionaba sobre la dificultad de consignar el saber en un sistema universal, comprensible y sobre todo fĆ”cil de usar, cuando una garza amarilla dejó caer un caparazón de tortuga sobre la tierra blanda. El caparazón dejó sus marcas en el barro, y el emperador pensó que, de no haberlo visto, aĆŗn asĆ­ sabrĆ­a exactamente lo que habĆ­a sucedido solo con mirar la marca del barro y, como Ć©l, cualquiera que viera aquella marca lo entenderĆ­a tambiĆ©n. De allĆ­ surgió la idea de almacenar la información mediante imĆ”genes escritas.

                Estos ideogramas mĆ”s tarde se simplificaron y estilizaron hasta convertirse en pictogramas. A diferencia de lo que sucedió en Occidente, que esos pictogramas evolucionaron en fonemas y representan sonidos de letras o sĆ­labas, en Oriente, aunque tambiĆ©n representan sonidos, sobre todo representan ideas o acciones, y por este motivo el idioma y la escritura china son tan complicadas. Pensemos que un ciudadano espaƱol se apaƱa con unas mil palabras en su dĆ­a a dĆ­a para comunicarse, solo los muy cultos y los lectores de KouKyouZen usan entre tres y cinco mil palabras, mientras que un ciudadano chino promedio conoce cerca de ocho mil caracteres con los que comunicarse.


                La lengua china, como cualquier idioma, es un ente vivo y, como tal, sujeto a cambios y evoluciones. En concreto, su evolución se divide en tres etapas muy concretas:

                Chino arcaico: comprende las variedades usadas entre los siglos XII a III antes de Cristo. En aquellos remotos tiempos todavĆ­a no se conocĆ­a el papel, y era comĆŗn grabar la información en astas de hueso de animal, caparazones de tortuga y tablillas de madera. Estas fueron rĆ”pidamente reemplazadas por tablillas de bambĆŗ, mĆ”s ligeras y manejables, asĆ­ como mĆ”s flexibles, lo que permitĆ­a incluso su encuadernación mediante fibras de cƔƱamo. A finales del siglo III antes de Cristo, se inventó al fin el papel hecho de pasta de madera, soporte que vino a sustituir a todos los demĆ”s.

                Chino medio o clĆ”sico: desde el siglo IV antes de Cristo al X despuĆ©s de Cristo. Fue la base de la lengua formal y literaria que se usarĆ­a hasta principios del siglo XX.

                Chino moderno o mandarĆ­n: es el que comprende desde la dinastĆ­a Qing (en el siglo XVII), hasta nuestros dĆ­as. Es el chino coloquial, el habla de la sociedad.

                Esto es siempre hablando del idioma nacional, porque el chino, debido a la multitud de etnias que componen el paĆ­s, tiene asimismo infinidad de dialectos (el gobierno tiene reconocidos cincuenta y seis), y cada cual utiliza sus propios alfabetos y silabarios, como el mongol o el tibetano. De ahĆ­ que el estudio de la alfabetización -y con ella, de la caligrafĆ­a- sean uno de los mĆ”s importantes, no solo para los escolares chinos, sino tambiĆ©n para los funcionarios e incluso artistas, pues la caligrafĆ­a china se considera una de las artes mĆ”s bellas y complejas que existen. Cuando aprenden a leer y escribir, los niƱos chinos son instruidos no solo en el uso del lĆ”piz, sino tambiĆ©n en el de la pluma y el pincel, a fin de que conozcan lo que allĆ­ se llama «los cuatro tesoros del estudio», es decir: el papel, el pincel, la pluma y el tintero.

BibliografĆ­a

https://www.telesurtv.net/news/Sabes-como-surgio-el-idioma-chino-20170417-0023.html

https://core.ac.uk/download/pdf/211106492.pdf

https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_idioma_chino