¿Qué tipo de armamento y protección en la batalla usaban los samuráis? Hoy vamos a descubrirlo. Arrancamos con las armaduras, que tuvieron gran importancia en la defensa, especialmente las confeccionadas con hierro. Estas eran similares a las pecheras de cuero, aunque más resistentes y capaces de asimilar impactos de proyectiles. Existieron productos más pesados y con ornamentos artísticos que no cumplían otra función que decorativa, sin embargo eran imponentes y, en una lucha cuerpo a cuerpo, muchas veces la intimidación lo era todo.

 Al inicio nos encontramos con las «Tanko», corazas iniciales que estaban forjadas casi en su totalidad de hierro y laqueadas para poder resistir el clima adverso. Con el paso de las décadas fueron evolucionando, dando paso a las «Kozane», confeccionadas con más materiales de cuero, escamas de metal liviano y flexible. Finalmente, se requirió que estuvieran acordes a los tiempos que corrían, la pólvora era algo a temer y las «Tosei» resistían algunos impactos de armas de fuego, estas son consideradas las últimas y mejores.

El tipo de confección podía tardar desde pocas semanas hasta meses, basándose y dependiendo de los materiales: cotas livianas o de estructuras pesadas, placas de madera, cuero, metal, mallas y un sinfín de posibilidades que dependían de la altura del portador y su estilo de pelea. Asimismo los colores y dibujos hechos en seda podían caracterizarse por ser únicos y exigían un cuidado artesanal para lograr realismo, todo un arte.

 

Se dice que el armazón ideal es el que oscilaba entre los 15 a 20 kilogramos, pues optimizaba el peso y no se perdía agilidad en el combate, aunque se concibieron desde los 10 hasta los 45 Kg, y dando amplia cobertura de protección a su usuario: pecho, cintura, piernas, hombros, rodillas y antebrazos estaban cubiertos y daban seguridad.

Pero el blindaje no finalizaba sólo allí: guantes Kote ayudaban por su fuerte construcción en acero y lo más impactante, la máscara Mengu (con figuras de onis y otros demonios) que de cerca paralizaban al que no estuviera preparado, tiempo suficiente para que esos segundos fueran aprovechados por el samurái y despachara a su enemigo.

Aun así, todo esto no servía de nada si quien la portaba no estaba catalogado como un verdadero hombre de combate. Un samurái respetable tenía que acondicionar su cuerpo y mente para lograr acceder a esta protección divina.

¿Cuál era la vestimenta en tiempos en los que no se estaba luchando? Lo tradicional para un samurái era sobresalir por su clase social y sólo ellos podían usar un «hakama» compuesto por un pantalón ancho con varios pliegues, y una chaqueta-kimono. Asimismo el calzado se denominó «tsuranuki», zapatos cortos de cuero y piel de oso simbolizando la ferocidad, la fuerza y el valor intrínsecos de esa persona.

 

Armamento

Los altos niveles de belicismo de las diferentes épocas hicieron que los ejércitos tuvieran variadas formas de ataque, cada estrategia supuso un arma acorde al lugar o cantidad de enemigos y, aunque la cultura japonesa popularizó a la katana como la identidad característica del samurái, estos guerreros dominaron una gran cantidad de armas, principalmente el arco japonés llamado yumi.

Expertos en largo alcance, para la lucha cercana empleaban desde el pesado tahi (con las dos manos), hasta el wakizahi, de tamaño medio.

La naginata es el arma más conocida en los relatos samuráis, de borde curvado montado sobre un mango de madera, increíblemente flexible y letal, pudiéndose golpear o cortar al rival. Los sacerdotes sōhei eran famosos por el nivel de especialización que lograban al emplearlos.

 


Y finalmente la katana, espada que dominaba el luchador y que era una alternativa más elegante y compacta del tachi. Al ser su desenvaine muy rápido tenían una gran ventaja en la batalla. Idealmente, el atacante podía sacar la espada y acabar toda pelea con un solo movimiento (si, como en muchas series anime). Su hoja medía aproximadamente entre 65 a 73 cm y eran acompañadas por una espada más pequeña llamada daisho, sólo usada por esta casta guerrera, y que marcaba el honor personal.

Eran obras forjadas por artesanos y debían ser mantenidas en buen estado mediante aceites, hojas de papel de arroz y martillo de metal para mantener las características iniciales. Finalmente se pulían con paños suaves y se quitaban rastros de grasa o polvo, así el acero no se quebraba o perdía forma.

 

También era lógico pensar que se iba siempre de frente, pero muchos escritos de grandes guerras en campos y poblados dan la garantía de que existieron desde siempre conquistas de territorios y feudos orquestadas por la sorpresa: la oscuridad de la noche hacía que la batalla fuera más rápida y letal, pues desestabilizaba psicológicamente al atacado que no estaba preparado, pero debía tenerse cuidado en no exponer a la muerte las personas civiles para, en el futuro, no recibir represalias de los campesinos. Esto era una norma máxima, ya que muertes innecesarias no eran toleradas en las localidades, que aceptaban cambiar de jefes y pequeños dictadores mientras no masacraran a parientes, algo totalmente lógico.

 

En Occidente son más conocidos por la Era del Shogunato Tokugawa y la posterior Restauración Meiji, sin embargo esta casta de guerreros se consolidó fuertemente desde el siglo XI. Saigō Takamori es considerado el verdadero último samurái, quien murió en la Rebelión de Satsuma en Septiembre de 1877, última revuelta efectuada once años después del inicio de la Era Meiji.

 

 Bibliografía:

www.revistadeartes.com.ar/revistadeartes%207/japon.html

https://www.yoroikabuto.com/samurai/history/index.html

http://www.clubyamagata.com/blog/japon-samurai-indumentaria/

Wikipedia, varios