ImagĆ­nate cruzarte de narices con con un crĆ­o raruno y tuerto, con la cara medio cubierta por el pelo a lo emo y en la compaƱƭa de un globo ocular con un diminuto cuerpo que dice ser su padre. Encima acompaƱado habitualmente de un hombre con facciones entre rata y persona, entre una extensa galerĆ­a de criaturas sorprendentes y a cada cual mĆ”s monstruosa. 


Pero vienen en son de paz, o eso dicen. Lo mĆ”s probable es que si te los encuentres, es que la hayas liado parda recientemente y hayas despertado accidentalmente la furia de algĆŗn bicho mitolĆ³gico japonĆ©s y el pobre Kitaro haya tenido que salir corriendo a deshacer el entuerto y muy probablemente, salvarte el pellejo.




Que GeGeGe no Kitaro sea un prĆ”ctico desconocido fuera del archipiĆ©lago nipĆ³n es algo bastante incomprensible. NingĆŗn otro manga puede presumir de seguir tan vivo despuĆ©s de mĆ”s de 50 aƱos con prĆ”cticamente un remake animado para cada generaciĆ³n. Hablamos de 7 series de anime, diez largometrajes animados y dos live-action. Todas ellas de la mano de Toei Animation.


MĆ”s alto y mĆ”s guapo: la contraportada del CD de la banda sonora muestra la evoluciĆ³n del personaje a lo largo de los aƱos


La publicaciĆ³n original del manga data de 1960 a cargo de Shigeru Mizuki, considerado hoy en dĆ­a como el gran especialista de los Yokai, gracias a su detallado trabajo de documentaciĆ³n de las criaturas del folklore local de distintas regiones de JapĆ³n. Sus historias consisten en las aventuras del joven Kitaro, Ćŗltimo descendiente de la llamada tribu fantasma. Siendo una especie de enlace entre nuestro mundo y el sobrenatural, por lo general suele dedicarse a resolver conflictos entre ambos Ć”mbitos e intentar, con mayor o menor Ć©xito, mantener una coexistencia pacĆ­fica en la medida de lo posible. En este sentido, Mizuki casi siempre trata de representrar su galerĆ­a de monstruos como criaturas que mĆ”s allĆ” de ser buenas o malas, simplemente estĆ”n siguiendo su propia naturaleza. De esta forma, la mayorĆ­a de las interacciones inideseadas vienen a partir de humanos imprudentes que perturban a la criatura de turno de forma accidental. Aunque de forma ocasional, los hay que sĆ­ quieren ver el mundo arder y empiezan a liarla entre los humanos por pura diversion. 


El original sigue siendo el mƔs memorable


Su primera adaptaciĆ³n animada fue en 1968 y es hasta la fecha, la mĆ”s fiel al manga. TambiĆ©n, en mi humilde opiniĆ³n, sigue siendo la mĆ”s petarda y divertida. La animaciĆ³n es la que cabe esperar de una producciĆ³n televisiva de la Ć©poca, en blanco y negro y sin excesivas florituras. Sin embargo, las limitaciones tĆ©cnicas no son un problema a la hora de presentar un relato entretenido, lleno de slapstick y humor absurdo. Se sigue notando la frescura de un producto atĆ­pico que recicla el folklore del horror para crear una propuesta que no se toma demasiado en serio, aunque entre risas y risas acierta a colar algunos goles de crĆ­tica social. Los 60 son aƱos convulsos en los que el cambio social y la posguerra aĆŗn son temas recientes. La modernizaciĆ³n y evoluciĆ³n de la sociedad, asĆ­ como los cambios tecnolĆ³gicos, son temas recurrentes. La metĆ”fora del alejamiento de los valores tradicionales se presenta en algunas historias donde los humanos ya no creen en los Yokai y por lo tanto no les dedican el debido respeto, con previsible resultado. 


Estos mismos elementos de comentario social contemporĆ”neo han seguido presentes en sus seis siguientes adaptaciones. Por ejemplo, la Ćŗltima adaptaciĆ³n de 2018 abre su primer episodio con una parodia nada sutil del infame Logan Paul y de paso aprovecha para hablar del uso de las nuevas tecnologĆ­as. La versiĆ³n de 2018 tambiĆ©n es especial por tratarse de la celebraciĆ³n del 50 aniversario de la primera serie animada. Pero lo cierto es que cinco dĆ©cadas despuĆ©s, por mucho que la animaciĆ³n haya mejorado, el ansia de mantener la relevancia comercial para nuevas audiencias le hace caer en algunos patinazos. Intenta tomarse a sĆ­ misma demasiado en serio, abusa del melodrama haciendo amago de transformar al protagonista en una especie de hĆ©roe trĆ”gico y acaba convirtiĆ©ndose en otro shonen clĆ³nico y con escaso interĆ©s. No es ahĆ­ donde brilla. Destaca cuando se mantiene fiel a la premisa de mantener vigentes a los Yokai de una forma divertida en el contexto de la cultura popular contemporĆ”nea. 


En general, las distintas iteraciones de GeGeGe no Kitaro proporcionan una ventana curiosa al la sociedad japonesa. No solamente por el aspecto del mundo del folklore sobrenatural japonĆ©s, que ya es muy interesante de por sĆ­. TambiĆ©n por el hecho de que existiendo una adaptaciĆ³n correspondiente a cada dĆ©cada desde los aƱos 60, es posible ir trazando la evoluciĆ³n de la sociedad a travĆ©s de los ojos de los creadores de cada serie. SĆ³lo por ello es un tĆ­tulo (todos ellos) altamente recomendable. Pero empezad por el principio, eso sĆ­.