«La gente te
dirá que quieren libertad, bienestar y justicia. Pero en realidad lo que
quieren es que mañana sea más o menos igual que hoy».
Havelock
Vetinari. (Ronda de noche, Terry Pratchett).
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Portada de Hozuki, la librería de Mitsuko |
Mitsuko parece
haber conseguido ese ideal, pues lleva una vida ordenada, tranquila y reposada
como librera. Tiene su propio negocio de libros especializados y vive con su
madre y su pequeño hijo Tarô, mestizo, de casi siete años y sordo. Sus días son
una sistemática rutina, incluyendo la noche del viernes, en la que trabaja en
un bar como chica de alterne para sacarse un dinerillo extra con la
prostitución. No obstante, su dulcemente monótona existencia se verá un tanto
turbada cuando llegue a la librería la señora Sato, esposa de un rico
diplomático, acompañada de su pequeña hija Hanako.
Hanako
y Tarô harán enseguida buenas migas a pesar de la barrera de comprensión que
los separa y la señora Sato querrá que se sigan viendo, por más que a Mitsuko
no le haga mucha gracia esa idea, pero cederá por hacer feliz a su hijo, a
quien siempre le había dado timidez juntarse con otros niños a causa de su
sordera.
A
través de una prosa sencilla y de frases tan breves como cargadas de poesía,
Aki Shimazaki nos construye una historia a medio camino entre el cuento y la
novela, en el que los hechos demoledores de la vida son tratados de pasada,
para prestar más atención a los pequeños detalles, donde se esconde la
verdadera grandeza. Como lingüista y escritora, Shimazaki juega con las
palabras y los significados de un modo maravilloso, mostrándonos cómo un
vocablo puede tener pronunciaciones y significados muy diversos, y ponerse al
servicio de la historia como un personaje más.
Con
cuentagotas, la autora hará que Mitsuki nos vaya dando las piezas que
precisamos para completar una historia que es la última que esperamos al inicio
de la misma. Nuestra protagonista no está ligada a religión ni a creencia
alguna, pero su madre sí lo está y, por medio de ella, vemos una percepción de
Mitsuke como alguien que no solo se está perdiendo algo al mantener una
concepción tan realista de la vida, sino también como alguien ligeramente «pecaminosa»
por sus continuas mentiras, pero a la vez redimida por su amor hacia su hijo,
por quien lo da todo. Acostumbrada a verse a sí misma como una mujer luchadora,
independiente y acostumbrada a lidiar con las estrecheces económicas desde su
más tierna infancia, cuando Mitsuki conozca a la señora Sato, la juzgará como
una muñequita criada en una burbuja de cristal con el único fin en la vida de
ser la esposa perfecta de un diplomático y no será capaz de sentir la menor
simpatía por ella. Solo a través de las páginas irá descubriendo cuánto tienen
en común.
Hozuki, la librería de Mitsuko, es una
historia bella y breve de cómo las casualidades dirigen nuestra vida en forma
aparentemente caótica, pero en las que a veces se produce más que un orden: una
armonía exquisita. Una pequeña pieza que nos hace pensar que en el mundo hay
algo más aparte de lo que podemos ver y tocar. Breve y concisa, es una novela
que se lee en una tarde y es agradable en su simplicidad. Sin adornos
superfluos ni exageraciones sentimentaloides, sí que nos muestra sentimientos a
flor de piel, así como el cambio constante que es la vida, y todo con una
sencillez que la hace rotunda por esa misma razón.
Por Dita
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