Quis custodies ipsos custodiet? O, en romĆ”n paladino, «¿quiĆ©n vigila al vigilante?» Si estuviera aquĆ­ sir Samuel Vimes nos dirĆ­a que es Ć©l mismo quien lo hace, pero como desgraciadamente no le tenemos en la obra que nos ocupa, la respuesta es algo mĆ”s complicada. Tanto, que nos obliga a introducir un concepto para explicar el argumento, ¡KoukyouZen siempre velando por la cultura de sus lectores! UcronĆ­a. Una ucronĆ­a es una fantasĆ­a que parte de un contexto histórico real y se dedica a imaginar quĆ© habrĆ­a sucedido si los acontecimientos hubieran sido distintos a los que conocemos. En este particular, los Estados Unidos han alcanzado la hegemonĆ­a mundial gracias al control absoluto del poder nuclear y han ganado la guerra de Vietnam. ¿Cómo? Gracias a los superhĆ©roes. No obstante, la realidad -que tiene el feo vicio de no ajustarse bien a las explicaciones simples – no es tan bonita y molona como la frase anterior puede dar a entender.

     En la mayorĆ­a d ellos cómics de superhĆ©roes que conocemos, y que se conocĆ­an en la dĆ©cada de los ochenta, de cuando data Watchmen, los protagonistas eran superhumanos en todos los aspectos, y no sólo en el de disponer de poderes extraordinarios como volar o trepar por las paredes a cuerpo gentil, sino en el meramente humano. Esto es, que eran reflexivos, decentes, de fondo siempre justo y bondadoso y, por muchos conflictos que tuvieran, siempre o casi siempre era el bien lo que triunfaba, y la razón lo que se imponĆ­a. Nunca se dejaban arrastrar hacia la venganza, la lujuria, la crueldad… algo que los hacĆ­a tolerados pero, en opinión de segĆŗn quiĆ©n, algo insulsos. ¿Y quiĆ©n era ese “segĆŗn quiĆ©n”? Alan Moore, guionista de cómics, cuya falta de simpatĆ­a hacia los superhĆ©roes sólo es comparable al desprecio que le inspiran los fans de los mismos.

Interiores del cómic

     Moore, deseoso de hacer una historia de superhĆ©roes que representase una catarsis para el propio gĆ©nero, concibió una historia en la que aquellos no fuesen los anónimos altruĆ­stas a los que estĆ”bamos acostumbrados, sino un puƱado compuesto de ilusos y valentones venidos a mĆ”s a sueldo del gobierno. AsĆ­, en los aƱos cuarenta surge el primer equipo, los Minutemen, destinados supuestamente a luchar contra el incipiente pandillerismo y mantener el orden en las calles, y en la realidad poco mĆ”s que matones con Ć­nfulas, o soƱadores sobrepasados por sus propias ilusiones bajo nómina de empresas pĆŗblicas o privadas, destinados a dar imagen y vender mercadotecnia, como mascotas de cereales, sin ningĆŗn tipo de convicción moral o deseo de ayudar a sus conciudadanos. En el aƱo 1985, donde se desarrolla la acción actual, los superhĆ©roes han sido prohibidos por el mismo gobierno que los creó, y aquellos que formaron parte de los equipos estĆ”n hoy condenados a vivir en la sombra o retirados con mayor o menor fortuna. Uno de ellos, el llamado Comediante, ya anciano, es asesinado cuando lo arrojan por la ventana de un rascacielos. Lo que en un principio no importaba a nadie, se convertirĆ” en una compleja conspiración cuando otro hĆ©roe, Rorsarch, comience a tirar de la manta y a hacer preguntas incómodas.

     No obstante, el peso argumental de la obra no lo lleva tanto la intriga como los recuerdos de los distintos personajes, la reconstrucción de la historia que han llevado los superhĆ©roes y las diversas encrucijadas de sus vidas. Imposibilitados por la ley para ejercer como justicieros, algunos descubren que en realidad no saben hacer otra cosa, aunque su “heroicidad” consista mĆ”s bien en ser estrellas de cine y dar rienda suelta a sus bajos instintos que en ayudar al prójimo. Enfrentados a la vejez, la soledad y la muerte como cualquier ser humano, amĆ©n de a sus propias limitaciones como guardianes del desvalido, los distintos personajes nos ofrecerĆ”n un rosario de vivencias por igual trĆ”gicas y amargas hasta lo ridĆ­culo, descarnadas y carentes de humor, en las que la realidad los abofetea a cada momento y, sin embargo, seguirĆ”n luchando por lo creen correcto. No tanto por heroicidad, sino por algo mĆ”s simple y a la vez, mĆ”s grande: por humanidad.

     «Respeto su talento. Pero en realidad no me gusta nada mĆ”s de usted», dijo Colombo a un asesino en una ocasión. Con Alan Moore me pasa algo similar. Respeto y aĆŗn admiro su talento como guionista y creador, pero me resulta difĆ­cil tener simpatĆ­a a un hombre que se enorgullece de despreciar a los lectores de cómics y que guionizó una novela grĆ”fica como la presente, sólo para quedar por encima, para hacernos ver cómo serĆ­an realmente los superhĆ©roes en un mundo capitalizado y egoĆ­sta como es el nuestro, para mostrarnos que no serĆ­an Superman ni Spiderman, sino que serĆ­an crueles, vengativos, vanidosos, megalómanos y moralmente despreciables. Pero a pesar de lo deprimente y doloroso de la obra, a pesar de la inevitable tragedia, no deja de acabar con un rayito de esperanza, por cruel que sea la manera de traer esa esperanza.

Interiores del cómic


     Watchmen fue adaptada a cine en 2009 con la oposición de Moore, quien abominaba de la idea, aduciendo que su obra habĆ­a sido concebida como un cómic que podĆ­a disfrutarse con tranquilidad y pudiendo recrearse en las escenas; la rapidez de la imagen en movimiento, la desvirtuarĆ­a. A pesar de ello, obtuvo cifras mĆ”s que decentes, si bien la acogida de una cinta tan oscura y violenta en una Ć©poca en la que el cine de superhĆ©roes era terreno casi en exclusiva marvelita, fue sensiblemente extremista: por un lado fue alabada por su novedad, su brillantez y valentĆ­a; por otro fue vituperada por su contenido violento, su duración y su crudeza. No era ni de lejos una cinta tolerada, ni una cinta de acción y aventura. Por Ćŗltimo, no podemos dejar de recordar la reciente serie de televisión, estrenada a finales del aƱo pasado por HBO. No obstante, el gigante de la producción televisiva responsable de obras como Juego de tronos, no quiso simplemente hacer una nueva adaptación del cómic sino que, partiendo del mismo y parte de los personajes ya conocidos, creó una historia nueva, situada mĆ”s de treinta aƱos despuĆ©s de los acontecimientos relatados en la antigua.

    En mi opinión, tanto pelĆ­cula como cómic son excepcionales y muy recomendables, pero como lo son La lista de Schindler o Maus: algo que es preciso conocer, pero sabiendo de su crudeza antes de enfrentarlo, y cuya relectura es ocasional.

      «Su petición no es lógica». Si no coges esta frase, tienes que ver mĆ”s cine.