ReseƱaremos en estas lƭneas la pelƭcula de estudio Ghibli de 1993, Umi ga Kikoeru, o como se la conoce en nuestro paƭs, Puedo escuchar el mar. En este enlace, podƩis ver nuestro especial sobre las pelƭcula del estudio y las diferentes reseƱas que les hemos ido haciendo.

                A diferencia de otras pelĆ­culas del estudio, Ć©sta corre a cargo de Tomomi Mochizuki, donde ni Miyazaki ni Takahata, los grandes creadores de Ghibli, han participado, lo cual, muy a su pesar y a mi parecer, se nota. Pero, dejadme que os explique el porquĆ©.

Sinopsis



La pelĆ­cula adapta la novela homónima Umi ga Kikoeru, de la novelista japonesa Saeko Himuro y publicada en 1993. En ella, Taku Morisaki vuelve a su pueblo para asistir a una reunión de antiguos alumnos. Montado en el avión, rememora la Ć©poca en la que llegó hasta el instituto una chica de intercambio desde Tokyo, Rikako Mutō.

                RecordarĆ”, asĆ­, como trabó amistad con ella y cómo se formó un triĆ”ngulo amoroso involuntario entre su mejor amigo, Yutaka, y la consentida Rikako.

Opinión

Seguro que si os dijera de ver esta película sin deciros nada y luego os contara que es del estudio Ghibli es probable que no me creyeseis. Puedo escuchar el mar tiene un tono realista y mundano bastante alejado de los profundos anÔlisis psicológicos de Takahata, por no hablar de la rica y colorista mitología de Miyazaki.

                A nivel visual, Puedo escuchar el mar tiene una buena factura. Este proyecto se puso en manos de los que, por aquel entonces, eran las jóvenes promesas del estudio. La animación tiene ese regusto noventero, con un diseƱo de personajes que a caballo entre la animación de la Ć©poca y la marca Ghibli, pero siendo esto segundo tan sutil que apenas sĆ­ se nota.

                Sin embargo, donde se nota de verdad que no estĆ” en las manos de los directores habituales es en la elección de la historia y en la adaptación de la misma. Si habĆ©is visto varias pelĆ­culas del estudio sabrĆ©is que, en raras ocasiones, por no decir casi nunca, centran sus tramas en romances adolescentes o problemĆ”ticas de esa franja de edad, y ya no hablar del tono empleado, que dista muchĆ­simo del habitual empleado. En esta pelĆ­cula podemos ver reacciones en cuanto curiosas por parte de los protagonistas y que pueden cuadrar perfectamente en adolescentes que todavĆ­a no saben muy bien cómo gestionar las emociones y los sucesos que le van pasando, pero tampoco ahonda muchĆ­simo en detalles, por lo que al final podrĆ­amos pensar que la historia queda en lo meramente anecdótico de un recuerdo de juventud.

Taku y Rikako en su Ʃpoca de estudiantes de instituto.

                De todas formas, y de modo personal, lo que esta pelĆ­cula me ha aportado me ha dejado un regusto bastante «meh…», un «ni chicha ni limonĆ”» y una clara sensación de que no me hubiera perdido nada si no la hubiese visto. Tampoco tiene comparación con ninguna otra pelĆ­cula de Ghibli, pero es que incluso pelĆ­culas mĆ”s modernas como El jardĆ­n de las palabras o Your name, que podrĆ­amos decir que tratan temas similares, salvando las distancias, llevan el ritmo de la narración muchĆ­simo mejor.

                No os voy a mentir, no me ha gustado. Ni siquiera estoy segura de poder recomendĆ”rosla. No sĆ©, quizĆ”s sea una insensible o que no estĆ© in the mood, pero me ha parecido un rollo total. Si no habĆ©is visto nada de Ghibli, ni se os ocurra empezar con esto, ya que Puedo escuchar el mar es una rara avis entre toda la filmografĆ­a del estudio, y eso que es abundante y variada. La pelĆ­cula me pareció aburrida, vacĆ­a y poco profunda. Y puede que me equivoque en esta afirmación, lo asumo, pero no. No, no, y no. Y si querĆ©is ver algo interesante sobre sentimientos adolescentes y toda la vaina, vale mĆ”s la pena que le echĆ©is un ojo a alguna pelĆ­cula de Makoto Shinkai que a esto.