Por Calistina

La ceremonia del té en Japón (Chanoyu), también conocida como el Camino del té (Chano no Sado) tiene su origen en el budismo. Según los historiadores, llega a Japón procedente de China en el siglo VIII bajo el mandato de la Dinastía Han y su primera intención era medicinal.

Ya en el siglo XII aparece el té verde en polvo conocido como matcha, muy refrescante, con sabor suave y un discreto color jade.

El Chanoyu nació como forma de agasajar a los invitados; toda ceremonia en condiciones incluía una comida llamada chakaiseki, dos clases de té (koicha y usucha) y una duración aproximada de cuatro horas en las cuales el anfitrión hace que sus invitados disfruten estética, intelectual y físicamente. Los primeros en poner normas fueron los samuráis, imponiendo sus reglas, que para eso era la clase dominante e imponía el camino de la humildad y la obediencia.

Los arreglos florales (Ikebana), la cocina y los arreglos de un jardín zen eran cosas que el anfitrión debía aprender para que los invitados pudieran apreciar la belleza y, no nos equivoquemos, no tenía porqué ser un pasatiempo agradable: servía también para dar una lección de humildad a los participantes, pues los temas de conversación no eran chismorreos, sino que versaban sobre la belleza de la naturaleza, el universo o el origen de los utensilios.

El aprendizaje de la ceremonia no se hace mediante libros, ya que el maestro debe asegurarse de que se aprenden todos los movimientos con el cuerpo, no sólo con la mente. Las artes tradicionales, como la ceremonia en sí, los arreglos florales o la caligrafía, nunca necesitaron de libros, pues el fin es lograr la presencia de ánimo.

El primer cambio se produce hacia el siglo XV, cuando un gran conocedor de la ceremonia llamado Murata Juko modifica las normas haciéndolas más espirituales y recibiendo el nombre de wabisuki ( wabi significa desolación y suki se define como inclinación artística)) que fue perfeccionada en el siglo siguiente por Sen no Rykiu, pasando a llamarse wabicha y haciendo incapié en la sencillez, fue desarrollando un ritual en el que ningún movimiento era inútil y ningún objeto supérfluo. La decoración se simplificó pasando a ser un pergamino colgante o un florero en la hornacina, lo que permitía apreciar más la belleza y concentrarse en pocas cosas. “La mayor riqueza se encuentra en la desolación y la pobreza”.

Tras la muerte de Rykiu aparecieron más variaciones del wabicha bajo la influencia de los caudillos guerreros y su elevada posición social les obligaba a poseer utensilios más sofisticados y procedimientos más elaborados que los simples.

La clase guerrera fue abolida sobre el año 1868 y las mujeres pasaron a ser las que practicaban la ceremonia, especialmente las geishas, que eran instruidas para ello, mientras los líderes políticos las usaban para cerrar tratos y alardear de ostentación.

Actualmente el camino del té vive un auge renovado como un medio valioso de obtener el dominio de la vida; el impacto en la sociedad nipona está muy arraigado ya que tanto la arquitectura como la jardinería, la cerámica, y las artes florales han obedecido en gran medida a la influencia y desarrollo de la ceremonia del té, inclusive el desarrollo de las formulas de cortesía cotidiana que obedecen sobre todo a los formalismos que esta ceremonia inculca y que los jóvenes quieren recuperar como parte de su pasado, que los acerca a un futuro más conciliador.