Admito que cuando llegó este cómic a la librería hace ya algunos meses, lo miré por el rabillo del ojo y un poquito mal. No sé, había algo en la portada que no me acababa de atraer, algo en esa cara y, sobre todo, algo en su grosor.

                Cuando le comenzaron a dar premios, en especial el Eisner, y cuando mis compañeros, poco lectores de cómic por lo general, me lo recomendaron, me armé de valor para superar mis reticencias. Admito también que pensaba que pensaba que era un rollo cultureta/postureo y cómo a mi ese estilo no me va, pues...  En fin, sí, toda esta introducción para decir que me equivoqué al infravalorarlo. Ahora lo lamento, porque lo miré muchas veces mal, pero espero que con esta reseña (y haberlo puesto en un lugar preferente en la librería), sirva para redimirme.

                Pero vamos al argumento. La narradora de esta historia es Karen Reyes, de 10 años, y lo que vamos a leer es su diario. Es una niña peculiar para los años 60 en Chicago, y es que adora todo lo relacionado con los monstruos, amén de tener una imaginación desbordante. Esta rareza que a nosotros como lectores adultos podría parecernos adorable, le trae grandes problemas de bullying en el colegio que ella solventa con su enorme imaginación y el apoyo de su madre y hermano mayor.

                A la vez, fallece la vecina del piso de arriba , Anka Silverberg, aparentemente como un suicidio, cosa que Karen no cree, así que se pondrá a investigar. A medida que avance su investigación, iremos conociendo el pasado de Anka en la Alemania de entreguerras y la nazi y como también se desarrolla la vida de Karen, hasta descubrir el misterio de la muerte de Anka.

                Esto explica muy brevemente el argumento del cómic, ya que se trata de un relato literario de varias capas, con personajes secundarios bien logrados y que permiten segunda y terceras relecturas para poder captar con todo lujo de detalles sus propias historias.



                Visualmente, el cómic es apabullante. Destaca por todos los lados la potente ilustración realista de la autora, realizada con lo que parecen ser bolígrafos de varios colores y empleando diversas técnicas que dan como resultado uno de los cómics con apartado gráfico más poderoso de los últimos tiempos.

                Otro punto a destacar de esta obra es la forma en la que está explicada, es decir, la composición visual y argumental de la misma. Es destacable como integra la imagen con el argumento con una rotulación impecable que juega con esa composición de páginas que no utiliza viñetas, para explicar la historia y que no por ello desmerece o se hace ilegible.

                La obra pasó casi por un calvario hasta que fue terminada y publicada: la enfermedad de la autora, que la dejó sin poder dibujar durante años, los 48 rechazos, el cómic bloqueado en aguas internaciones... por suerte, ni Ferris ni Fantagraphics (su editorial americana) se dieron por vencidos y la preparación de un segundo álbum y una película dirigida por Sam Mendes en el horizonte muestran su valía.

                «Lo que más me gusta son los monstruos» se ha hecho también con un merecidísimo premio Eisner a mejor álbum gráfico este mismo año, que premian por igual al cómic como al tesón demostrador por Emil Ferris para publicarlo. Ahora sólo queda que le deis la oportunidad vosotros.