En nuestro rincón de literatura japonesa de este número, reseñamos «El tren nocturno de la vía láctea» de Kenji Miyazawa, cuyo cuento homónimo (el último de este recopilatorio que nos presenta la editorial Satori), ha sido comparado con el famoso «El principito» de Saint-Exupéry. La recopilación contiene tres relatos del autor: «Gauche el violoncelista»; «Matasaburo, el dios del viento» y «El tren nocturno de la vía láctea». Los tres están construidos en forma de cuento y tiene un fin moralizante. 

El primero de todos trata de un hombre que tocaba condenadamente mal el violonchelo en una orquestra. Llega a casa exhausto por las noches y recibe varias visitas (en forma de animales) que le obligan a seguir tocando el instrumento. Al final, el día de la importante actuación, nuestro protagonista lo hará a la perfección. Ya os podéis imaginar la moraleja: quien la sigue la consigue. Los dones hay que seguir practicándolos hasta la extenuación si queremos que nos salgan bien.

El segundo trata de un pequeño pueblo minero en el que un día llega un niño un tanto extraño al colegio. Los demás niños dirán de primeras que es el hijo del dios del viento Matasaburo. Aquí el autor juega al despiste, en donde mezcla la imaginación infantil con la realidad. ¿El final? Os lo tendréis que leer, sólo así podréis saber quién tenía razón.

El tercer cuento, el que da título al libro, trata de un niño, de nombre Giovanni que, el día del festival de las estrellas, sube a un tren con su amigo Campanella, que viajará por la vía láctea. De los tres relatos aquí presentados, sin duda alguna el más complejo es este. Planteará diferentes problemáticas a lo largo del imaginativo viaje a través del mundo de lo desconocido, de lo misterioso, de lo mágico, en clave interpretativa, que la propia editorial añade después del relato para que podamos entenderlo en toda su magnitud.

Kenji Miyazawa es un autor muy querido en Japón. Este último relato del libro ha tenido múltiples adaptaciones al anime o al manga, además de influenciar en gran medida el imaginario japonés más actual. Destacamos, por ejemplo, la adaptación al cine del año 1985 a manos de Gisaburô Sugii, en donde los protagonistas han sido zoomorfizados y ahora son gatos, pero la historia es prácticamente la misma. Otro autor conocido que ha caído rendido a los pies del imaginario de Miyazawa es Isao Takahata, director del studio Ghibli, en donde realizó el corto «Gauche, el violoncelista» en 1982, que precisamente adapta la primera historia de este recopilatorio.

Así bien, ¿qué me ha parecido a mí el libro? Puedo decir que me ha aburrido un poco. De las tres historias, la primera me la leí de una sentada, pero la de Matasaburo no la he disfrutado nada en absoluto. La tercera, la que da título al libro, me ha parecido la mejor de las tres, pero, salvo lo de viajar por el universo, no le he visto mucho más parecido a «El principito». La historia de Miyazawa es bonita, tiene un punto melancólico que no me ha parecido que tuviera «El principito», que siempre he visto más filosófico, pero es bonito, el autor hace un derroche de imaginación importante y la verdad es que con razón ha influenciado a diferentes autores.

¿Lo recomiendo? La verdad es que sí. Aunque me haya aburrido un poco y se me haya hecho cuesta arriba el segundo cuento, sobre todo lo recomiendo por «El tren nocturno de la vía láctea», una verdadera delicia que os encantará.