—Eees el dĆa del Padreee... ¡y ya tengo mi taaaaaaaaartaaaaaaaaaah....!—ZombiD y yo aplaudimos el final de la historia, no por archisabida, menos emocionante. Esta semana ha sido el DĆa del Padre y, en conmemoración a todos los padres del mundo, vamos a hacer un especial de ratones de cine, sobre personajes de padres en el sĆ©ptimo arte.
Si vamos a hablar acerca de padres, serĆa imperdonable dejar de mencionar al patriarca mĆ”s emblemĆ”tico del Cine. Marlon Brando ya era un actor consagrado, pero la piel del Don le hizo un icono del cine; era Vito Corleonne, y la cinta fue El padrino. A travĆ©s de los negocios y la historia de su familia, no sólo vivimos una intriga apasionante, sino que tambiĆ©n vimos a un padre cuya figura, es la paterna por excelencia, cariƱoso, pero tambiĆ©n rĆgido y severo. El patriarca del clan Corleonne no era un padre dĆ©bil, pero tampoco un tirano. En la relación con sus hijos le vimos cercano y cordial, y sólo regaƱaba o llamaba la atención cuando era necesario, pero eso sĆ: a rajatabla y sin concesiones. Ćl mismo afirmaba tener "un problema de disciplina" con ellos. Para la Ć©poca en que se sitĆŗa la cinta, le vemos ser un padre muy amable, que jamĆ”s levanta la mano a sus vĆ”stagos, aunque por otra parte, su imponente presencia ya exhala todo el respeto que necesita. AdemĆ”s, es un abuelo loco por sus nietos y alguien cuyo sentido paternal abarca no sólo a sus hijos biológicos, sino que acoge gustosamente bajo su brazo protector a cuantos precisan de Ć©l y su manera de conducirse con el mundo tiene mucho de paterno.

La compaƱĆa Disney nunca ha sido pródiga en figuras paternas (y maternas, menos), y casi siempre Ć©stas han sido representadas por hombres bajitos, regordetes y dominados por sus hijos. Ya en La Cenicienta, el Gran Duque, padre del PrĆncipe, debió tener una esposa altĆsima o motivos para desconfiar de la misma, si tenemos en cuenta lo alto que era su vĆ”stago y lo achaparrado que era Ć©l. En tiempos mĆ”s recientes, tambiĆ©n Yasmine y Bella tuvieron el tĆpico padre bajito y regordete, pero llegó un padre que se salió del arquetipo fĆsico y emocional. Se trató del Rey Tritón de La Sirenita.
Alto, de aspecto hercĆŗleo y de genio vivo, el rey Tritón era un padre de buen corazón, pero de reglas estrictas y malas pulgas, que no consentĆa la desobediencia. Llevado por su miedo y odio hacia los humanos que esquilman el mar y comen pescado, es incapaz de comprender, ni siquiera de escuchar a su hija menor a quien, precisamente por serlo, toma por una niƱa. Y desde luego que Ariel es muy joven y encarna lo peor de la adolescencia marisabidilla, caprichosa y tozuda, pero su padre no se lo puso fĆ”cil y en ocasiones, se pasó de saturnino. No obstante, Disney nos presentó aquĆ a un modelo de padre menos estereotipado y mĆ”s fuerte de a lo que nos tenĆa acostumbrados, demostrĆ”ndonos que un padre puede ser iracundo e inflexible y aĆŗn asĆ, querer a sus hijos. Y gracias a ese amor, se llega al crecimiento y a la mutua comprensión (es una suerte que los cuentos siempre acaben bien, eso sĆ; nadie verĆ” aquĆ quĆ© sucedió seis meses despuĆ©s de la feliz boda, cuando Ariel empezó a pasarse el dĆa en la piscina, y Eric se comĆa el caviar a escondidas para que nadie le llamase genocida).
Cuando hablamos de grandes hĆ©roes del cine, nos resulta difĆcil imaginarlos de niƱos, pensar que
en alguna ocasión fueron pequeƱitos y tuvieron un padre al que querĆan, respetaban, y obedecĆan con todo rigor. El acierto de Spielberg en Indiana Jones y la Ćŗltima cruzada, fue precisamente ese: el dejarnos ver al hĆ©roe como alguien tan vivo y real, que tenĆa un padre a quien le unĆa una relación tan imperfecta, tan llena por igual de roces y de cariƱo, como la de cualquiera.
Sean Connery, poco mĆ”s de diez aƱos mayor que Harrison Ford, encarnó maravillosamente al profesor estudioso, distraĆdo y algo cĆ”ndido que no dudaba en lanzarse a la aventura detrĆ”s de un objeto que habĆa perseguido durante toda su vida con pasión. Eso le metĆa en tal apuro que tenĆa que ser el hijo al que habĆa descuidado quien tenĆa que acudir en su rescate. El eterno 007 nos dio un personaje encantador y lleno de matices que, sin dejar de ser un pacĆfico ratón de biblioteca, podĆa usar a los clĆ”sicos como el mĆ”s certero revólver. Su despiste y su ternura se convierten en sus mejores armas y a travĆ©s de Ć©l, vemos al padre de "cierto desapego cortĆ©s" (asĆ definió Scout a su padre, Atticus Finch en "Matar un ruiseƱor") que no expresa los sentimientos hacia su vĆ”stago y que parece interesarse sólo por sus estudios pero, cuando se presenta la ocasión, demuestra el inmenso cariƱo que siente hacia su hijo, al que no deja de enseƱar y educar. Y al mismo tiempo, da un mentĆs a su propia imagen de respetabilidad y se nos muestra como humano y hombre, a la vez que se cubre con una pĆ”tina de picardĆa, y todo con una simple frase: "Porque habla en sueƱos".
Y al final, pero no por ello menos importante, no podemos cerrar un capĆtulo dedicado a los padres del cine sin hacer referencia al gran patriarca del cine espaƱol, d. Paco MartĆnez Soria.

Obviamente, ni estĆ”n todos los que son, ni son todos los que estĆ”n. Nos hubiera gustado citar a Kurt Russel como padre chapucero en Un mar de lĆos, a Michael Keaton como padre desbordado en Las locas peripecias de un seƱor mamĆ”, a John Travolta como padre adoptivo en Mira quiĆ©n habla, a Spencer Tracy como padre desplazado en El padre de la novia, a Raul JuliĆ” como padre, esposo y hermano en La familia Addams, a Steve Martin como padre esforzado en Dulce hogar ¡a veces!... y al desaparecido John Ritter como padre de santĆsima paciencia en Este chico es un demonio. Pero si los tratase a todos, necesitarĆamos una enciclopedia en lugar de un artĆculo. Vaya desde aquĆ mi saludo, mi cariƱo y mi respeto a todos ellos y a todos los papĆ”s del mundo. Porque cualquier tĆo del mundo puede ser padre, pero hace falta alguien muy especial para ser papĆ”.
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Y de eso, los hay que saben un rato. |
"...Hemos adoptado a SatanƔs" Si no coges esta frase, tienes que ver mƔs cine.
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