Admito que estoy nerviosa, pero caray, es un aniversario, tener un detalle con él es lo menos que puedo hacer. Me mata de vergüenza, pero es sólo para él. Tomo aire y descorro el albornoz que hace las veces de telón en el improvisado escenario. Cuando ZombiD me ve con medias de rejilla, minifalda, chaqueta de cuero y llena de maquillaje, no sabe si asombrarse o reventar de risa. La música empieza a sonar antes de que se decida, y yo me arranco a cantar intentando no reírme a mi vez:

     —"Somos inseparableees.... ya conoce a mis padreeees...." - mi novio ha reconocido la canción al primer acorde, y cuando me oye cantarla, veo que casi se emociona. - "¡Mi novio es un zombi, es un muerto viviente, que volvió del otro mundo para estar conmigoooo...!" 

   Casi no puedo terminar la canción cuando D me estrecha entre sus brazos. A veces me preguntan si me he enamorado de un zombi por que me gusten los hombres peligrosos, y rotundamente no. D es un diferentemente vivo, de acuerdo, pero eso no le hace malvado, es mĆ”s bueno que un flan. No querrĆ­a tener un relación con un hombre malvado. Pero admito que ver cine de chicos malos sĆ­ que es atrayente. Y para malo, malo de verdad, el que nos ocupa esta semana. Hoy, en Cine freak salvaje: Henry, retrato de un asesino. 





   La cinta arranca con imĆ”genes de gran brutalidad de mujeres asesinadas, mientras de fondo oĆ­mos los gritos de agonĆ­a que sin duda emitieron al ser torturadas hasta morir, a la vez que la voz de su asesino ordenĆ”ndoles que se callaran e insultĆ”ndolas. Cuando al fin vemos al asesino, sabemos de quiĆ©n se trata y quĆ© tiene en su interior, pero su imagen, aunque brutal, nos llama a engaƱo por lo anodino de su presencia. Henry trabaja como ayudante de exterminador y vive junto a un compaƱero, expresidiario como Ć©l, Ottis. Cuando Ottis dĆ© alojamiento en su casa a su hermana que va huyendo de un marido que la golpeaba, el deseo sexual incestuoso que padece Ottis asquearĆ”n a Henry y harĆ”n que la tensión comience a aumentar.


     No es la primera (ni serĆ” la Ćŗltima) vez que el cine se deja seducir por la sórdida vida de un asesino en serie. En concreto, el nombre completo de nuestro protagonista es Henry Lee Lucas, autor confeso de mĆ”s de trescientos asesinatos, aunque se le consideró sospechoso de mĆ”s de novecientos. Las mujeres, en especial aquĆ©llas que ejercĆ­an la prostitución callejera, eran sus vĆ­ctimas favoritas. SiguiĆ©ndole a travĆ©s de la narración cinematogrĆ”fica, vemos su maltratada infancia que hizo de Ć©l un psicópata. Su madre, prostituta de profesión, le obligaba a vestirse de niƱa y a mirar mientras ella ejercĆ­a, pese a su corta edad, y le golpeaba brutalmente cuando Ć©l se negaba a hacerlo. 

     Ottis, su compaƱero de celda, dĆ©bil mental, consideraba a Henry un iluminado y le seguĆ­a como a
un dios. Como vemos en la cinta, Henry se tiene a sĆ­ mismo por un depredador que mira al mundo creyĆ©ndose un lobo en medio de un montón de ovejas; tiene un elevado concepto de su propia inteligencia en relación a la policĆ­a, y sabe cómo conducirse para evitar ser descubierto, y comparte sus conocimientos con Ottis porque la admiración de Ć©ste halaga su vanidad. No obstante, la cinta, como pelĆ­cula que es, se toma muchas licencias en lo que se refiere a la veracidad de la historia. Que nadie espere ver una biografĆ­a realista de Henry Lee Lucas, pero sĆ­ una pelĆ­cula que nos muestra la historia de un asesino en toda su crudeza. 


   La historia que nos ocupa, debido a su truculencia en toda la lĆ­nea, no fue de fĆ”cil financiación; fue rodada en menos de un mes con un presupuesto inferior a los cien mil dólares. Varios amigos del director John McNaughton, se ofrecieron para actuar como extras a fin de reducir costes, y una amiga del mismo interpretó a tres de las mujeres asesinadas por Henry. Al igual que su financiación fue Ć”rida, pues nadie pensaba que esa pelĆ­cula fuese a apetecerle a nadie, cuando al fin se terminó no fue grano de anĆ­s estrenarla; de hecho, aunque se rodó en 1986, no llegó a estrenarse hasta 1990 debido a los desacuerdos que, sobre su clasificación, existĆ­an en la MPAA, el órgano clasificador de la pelĆ­culas. Aunque en un principio estuvo a punto de ganarse la clasificación X, su argumento se consideró al fin lo suficientemente interesante como para sobreponerse a su violencia, y salió con clasificación R, que implica la existencia de violencia grĆ”fica fuerte, y se estrenó directamente a vĆ­deo domĆ©stico.

     En otros paĆ­ses como Reino Unido se estrenó con algunos cortes, si bien estos no eran superiores al minuto y se localizaban en determinados fotogramas especialmente intensos del principio. En la mayor parte de paĆ­ses europeos, incluido EspaƱa, se estrenó tambiĆ©n sólo en vĆ­deo y su clasificación fue de "no recomendada para menores de 18 aƱos". Aunque vista hoy dĆ­a puede parece algo ingenua en comparación con otras cintas comerciales que no han tenido problema, hace veinte aƱos las cosas no eran asĆ­ y una historia como la que nos ocupa era no sólo dura de ver, sino tambiĆ©n de mal gusto debido a su cruda narrativa, su aridez argumental y su inexistente moraleja. Sólo el interrogante con el que cierra la cinta la hace, no diremos esperanzadora, pero sĆ­ algo mĆ”s ligera. 

    Henry, retrato de un asesino tuvo una secuela, ya no protagonizada por Michael Rooker, de inferior
calidad y escaso renombre, pero la cinta europea Ocurrió cerca de su casa, del aƱo 1992 y que ganó los premios a Mejor PelĆ­cula y Mejor Actor para Benoit Poelvoorde, bebe directamente de ella, por mĆ”s que adopte un tono mĆ”s paródico; sus burradas, por desagradables y duras que nos resultan, son mĆ”s autoparódicas que dignas de ser tomadas en serio como sĆ­ sucede con las de Henry. 

     Henry, retrato... es una pelĆ­cula breve, de apenas hora y cuarto de duración, pero muy desagradable y Ć”rida. Carece por completo de alivios cómicos o lagunas de tranquilidad, toda la pelĆ­cula es un cĆŗmulo de estĆ­mulos negativos, desde los crĆ­menes de Henry a la pocilga de casa en la que vive con Ottis, pasando por cada mentira que sale de sus labios. Merece la pena verla porque hoy dĆ­a es una cinta de culto, una buena muestra de cómo una historia que vale la pena, por negativa que sea, puede convertirse en un clĆ”sico del cine si estĆ” bien trabajada, y la presente lo estĆ”. Tanto la dirección, como las actuaciones, son meritorias, y cada detalle de las mismas tiene importancia en la historia. Por desagradable que sea, es un ejercicio de cine, pero yo la recomiendo sólo a cinĆ©filos; no es en absoluto recomendada si lo mĆ”s duro que has visto ha sido Los vengadores. Cinefiliabilidad 9: no es para verla en una tarde con amigos, no les gustarĆ” a tus padres, y no la veas con niƱos a no ser que estĆ©n acostados, te pongas auriculares y no haya peligro de que puedan ver un solo fotograma por detrĆ”s de ti.

"¿Tengo algo entre los dientes...?"


"Quieto, padre de Bambi". Si no coges esta frase, tienes que ver mƔs cine.