El dr. Waldemar olfatea, seguido por Vladi, que hace pareja con él. Forman parte del equipo de "Clásicos", y tienen que encontrar al equipo de los "Modernos", de los que formamos parte ZombiD y yo misma, además de muchos otros. Con el sentido del olfato que tiene Waldemar, no es de extrañar que estemos cayendo como fruta madura; han encontrado a Freddy bajo una cama, a Jason detrás de un árbol del jardín, a Mahogany en el arcón-congelador, a Pinhead en el armario de la costura... Hoy, para celebrar que por fin está llegando el frío, hemos organizado un campeonato de juegos en el castillo, y hay que admitir que los "Clásicos", sin duda por su experiencia, se defienden muy bien. 

     De pronto, Waldemar se detiene y se queda tieso como un palo, apuntando hacia mi alcoba. Con gesto triunfal, Vladi abre la puerta de sopetón, y entonces pega un chillido de pánico y se tapa los ojos. Waldemar sale huyendo y gritando "¡aing, aing, aing!". No es para menos. ZombiD y yo estamos en ropa interior, atados el uno al otro y nos hemos embadurnado de mantequilla de ajo. 

    -Te recuerdo que no basta con encontrarnos, tienes que cogernos. - sonrío. Y es que, pese a su repulsión al ajo, el conde quizá podría vencerse para tocar a una chica, pero a un zombi medio desnudo, no. En medio de un grito de rabia y frustración, Vladi se cambia a murciélago y escapa volando. 

    -¡Ganamos el primer asalto! - ríe D, y empezamos a soltarnos; tenemos que maquinar algo nuevo para esquivar al siguiente. Mientras tanto, en nuestro artículo de hoy, también tenemos una celebración sonada. Hoy, en Cine Freak Salvaje: 2001 Maníacos. 


Las frases-tópico son vulgares y, por más que a veces sean ciertas, usarlas y creerlas no es más que una comodonería; una manera de dejar que alguien, piense por ti. Frases como "piensa mal y acertarás", "todos los hombres son iguales" o "nunca segundas partes fueron buenas" no denotan más que pobreza de pensamiento y prejuicio, que siempre es más fácil prejuzgar que conocer. La película que hoy nos ocupa, coge la frasecita de "siempre la original supera la versión" y hace con ella picadillo de pasta para sopa de letras. 

Unos jóvenes universitarios con el coco más vacío que mis bolsillos están a punto de empezar las vacaciones, pero su profesor comparte mi opinión sobre ellos y les hace saber que no están preparados ni por conocimientos, ni por comportamiento, y que el trabajo de fin de curso que le han presentado, no vale ni para sonarse. De modo que les encarga un nuevo trabajo histórico sobre la guerra de Secesión y cómo ésta se vivió y afectó a los estados del sur. Los chicos, ansiosos por irse de playeo, no se lo toman muy bien, y deciden procastrinar (fíjense, fíjense qué de cosas se aprenden leyendo los artículos de KoukyouZen), y en lugar de hacer el trabajo, largarse a la costa y, de pasada, mirar algo en los estados sureños que atravesarán en su viaje. Precisamente en la ruta, toman un desvío erróneo y acaban como invitados de honor en un encantador pueblecito del sur llamado Pleasant Valley, que celebra su aniversario. 

La cinta que nos ocupa es una versión o remake de la sesentera 2000 Maníacos, dirigida por Herschel
Gordon Lewis en 1964 y que sigue un esquema prácticamente idéntico: un par de paletos colocan en la carretera un desvío falso para atraer a su pueblo a coches que provengan del norte y nombrarlos "invitados de honor" en su celebración, si bien nadie les dice qué se conmemora exactamente. La cinta de los sesenta, provenía de una película anterior del mismo director titulada Blood Feast, que había sido sorprendentemente bien acogida el año anterior. El director pensó que si una cinta hecha deprisa y corriendo había tenido un éxito aceptable, una cinta bien trabajada podía elevarle al Olimpo. Lo cierto es que no fue así, pero la historia de 2000 Maníacos era sólida, sus efectos eran impactantes y estaba resuelta con gran acierto. No dejó indiferente a nadie, pero su crueldad y su humor negro le pesaron en exceso para llegar a convertirse en una cinta de renombre; aún así, se convirtió en película de culto para los amantes del terror gore. 

Al cambiar el milenio, y con la lluvia de adaptaciones, secuelas y revisiones de películas anteriores, el cineasta Tim Sullivan, conocido sobre todo como ayudante de producción y actor, decidió revisar el clásico del terror paleto por excelencia, y debutar con él en la dirección. Para llamar la atención sobre la cinta, necesita al menos a un actor de renombre y, ¿quién mejor que un actor consagrado en el terror y la ciencia-ficción? Robert Englund, la piel de Freddy Krueger recibe la oferta y, como buen adorador de la cinta, acepta encantado protagonizarla bajo el papel del siniestro Alcalde Buckman. 

La presencia de Englund y de su compañera de reparto, Lyn Shaye hacen brillar una película de por sí pobre, cuyos mayores atractivos son las muertes lo más imaginativas y crueles posibles, amén del humor negro que rebosa la misma. 2001 Maníacos es una cinta, al igual que su antecesora, de historia sólida, pero insuficiente para un largometraje; se trata de un "cuento alargado", y el peso de la acción recae sobre la sangre. No se trata de una cinta destinada a dar miedo ni a sorprender (salvo que no conozcas la original, y aún no conociéndola, se trata de la típica película cuyo rumbo preves nada más empezar... pero esto, no es tanto un error como un recurso intencionado del guión), sino sólo a entretener a los amantes del género. Es una película que no comete el error de pretender tomarse a sí misma en serio, sino que su humor es autoparódico y plagado de hipérboles en todo momento. 

Al igual que otras cintas de factura similar, como la incomprendida La cabaña del bosque, no estamos
ante una cinta que deba ser mirada como una película de terror al uso, sino como una película de humor... renegrido, más que negro, pero humor al fin y al cabo. Todos los "fallos" que vemos en ella, la justeza argumental, la hiperactuación del genial Englund, la caricaturización de los pueblerinos y los modos de vida sureños, y hasta lo poco creíble de los efectos especiales, todo, está al servicio de la parodia y busca conseguir la carcajada de un espectador cómplice, amante del cine de terror visceral. 2001 Maníacos no busca al espectador que, cuando sale el asesino, se tapa los ojos. Busca al espectador que hace quinielas para ver quién muere antes y que, cuando todo parecía ya un tranquilo  final feliz y de repente aparece otra vez el malo, se pone a aplaudir. 

2001 Maníacos contó con una secuela, Campo de gritos, si bien ésta no contaba ya con Robert Englund, pero sí mantuvo a Tim Sullivan como director. 2001 Maníacos es una cinta gamberra llena de muertes ingeniosas y excesivas, de chicas guapas y de chistes fáciles. No se trata de una película para ver con la abuelita, ni tampoco con niños, pero ideal para ver con amigos alrededor de unas cuantas cervezas y una cachimba. Cinefiliabilidad 3, lo que significa que es muy fácil de ver, salvo si no te gusta la sangre. 

"Pleasant Valley, ¡qué guay!"



"Me gusta, es un buen pez... ¡se parece un poco a usted!" Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.