-La aguja por arriba/ la saco por abajo, / tensamos la puntada/ y ya casi hemos acabado... La aguja por arriba/ la saco por abajo, / tensamos la puntada/ y ya casi hemos acabado... - Siempre canto cuando coso, es algo automĆ”tico, motivo por el que ZombiD suele ponerme mĆŗsica cuando le remiendo, para que no se me oiga, pero hoy ha ido Ć©l a hacer el pedido de la carnicerĆ­a (es tiempo de barbacoas), y cuando Chucky se presentĆ³ pidiĆ©ndome que le cosiera el brazo, no me acordĆ© de ponerla yo. 

     -Las puntadas mĆ”s rectas, que te tuerces. - me dice. 

     -Si te estuvieras quietecito... La aguja por arriba, la saco por abajo, tensamos la puntada y ya casi hemos acabado.

     -¡Me estarĆ­a quietecito si te callaras! ¡No es fĆ”cil taparse los dos oĆ­dos con una sola mano!

     -La aguja por arriba, la... oye, nene, ¿quieres que te arregle el brazo Sƍ O NO? Por que para hacerlo, tengo que cantar, o me descentro y lo mismo te puedo coser el hombro al culo, ¿sabes? - Chucky farfulla y protesta, pero asiente. - Pues un poquito de paciencia, que ya terminamos. 

     SĆ© que Chuck es un hombre adulto aunque tenga cuerpo de muƱeco, pero a veces no puedo evitar tratarle como si fuera un niƱo. SerĆ­a peor si fuese al revĆ©s: que fuese un hombre y le tratase como a un muƱeco... de esa premisa, parte hoy nuestro Cine Freak Salvaje: Los mundos de Coraline. 



    No es de extraƱar que algunas pelĆ­culas infantiles o cuando menos, toleradas, se apoyen directa o indirectamente en la brujerĆ­a. Desde la madrastra de BlancaNieves en 1936, o la Malvada Bruja del Oeste del Mago de Oz en 1939, una larga y gloriosa tradiciĆ³n de brujas nos contemplan desde los inicios de la historia del Cine, asĆ­ como un sinnĆŗmero de hĆ©roes o heroĆ­nas que se han enfrentado a ellas, con un poco de ayuda de sus amigos, y pese a las dificultades o incluso a pesar de una manifiesta inferioridad, han vencido. Coraline se limitarĆ” a recoger el involuntario testigo en nuestra cinta elegida hoy. 

    Los padres de nuestra protagonista se mudan a una casa de huĆ©spedes llamada Pink Palace, donde tambiĆ©n viven dos caducas actrices retiradas y un domador de ratones. Coraline no estĆ” muy entusiasmada con el cambio de residencia, ni tampoco con el poco tiempo que le dedican sus padres que trabajan como locos aunque sea desde su propia casa, ni con los vecinos, y ni siquiera con el programa de comidas. Explorando los alrededores de su nuevo hogar, conoce a Wybie, un muchacho de su edad, parlanchĆ­n y nieto de la dueƱa de la casa de huĆ©spedes, y explorando la propia casa, Coraline da con una puertecita enana oculta con el papel de pared y que sĆ³lo parece conducir a una pared de ladrillos, pero esa noche, cuando la niƱa se duerme, sueƱa que al abrir la puerta, cruza un tĆŗnel que conduce a otra puerta similar, y allĆ­ encuentra una casa en apariencia igual a la suya, pero sus padres son atentĆ­simos con ella, su madre la mima y le prepara comidas riquĆ­simas; allĆ­ todo parece mejor, salvo por el detalle, insignificante, de que sus padres llevan cosidos botones en los ojos. 

     Dicen que las historias que se basan en esquemas simples son las mejores. En este caso, podemos
 afirmar que estamos ante un ejemplo positivo; la narraciĆ³n en realidad es muy bĆ”sica, no se trata de nada que no hayamos visto antes: Coraline es infeliz y alguien le ofrece un mundo maravilloso, a simple vista perfecto, pero el precio por Ć©l, es demasiado alto. La Dorotea cinematogrĆ”fica, Chihiro, la Alicia Disney, la Wendy Disney,... todas ellas podrĆ­an ser el sujeto de la frase anterior. Todas ellas viven una realidad frustrante o simplemente insatisfactoria, y querrĆ­an escapar de ella, pero cuando se ven proyectadas a una fantasĆ­a, se dan cuenta de que su verdadera felicidad no radica en cambiar de mundo, sino en cambiar su propia manera de ver Ć©ste mundo. Dicho de otro modo: su problema eran ellas. A Coraline le sucede lo mismo; se encuentra atrapada en un montĆ³n de cambios que no le agradan; el cambio de domicilio, la separaciĆ³n de los amigos... son temas no sĆ³lo recurrentes en cintas de este estilo (Del RevĆ©s, mĆ”s recientemente, tambiĆ©n nos mostrĆ³ esa separaciĆ³n de todo lo conocido como algo traumĆ”tico), sino tambiĆ©n temores comunes entre los adolescentes. En esta etapa de la vida, la amistad es uno de los puntales y llega a desplazar a la familia directa; verse separado de ellos, puede producir una sensaciĆ³n de falta similar a la de una muerte, ademĆ”s de una carencia de la propia identidad, que se vive a travĆ©s de las relaciones sociales con los amigos. Por si fuera poco, esos cambios le han ido a coger al inicio de su pubertad, justo cuando empieza a darse cuenta de que ya es "demasiado mayor para jugar con muƱecas", pero sigue durmiendo con su osito de peluche y tapĆ”ndose la cabeza con las mantas en busca de protecciĆ³n. 

     A la vez, se da cuenta de que es un sujeto independiente de sus padres en el mismo momento en que estos consideran que ya es mayorcita para entretenerse sola o que ya no es preciso supervisarla para evitar accidentes domĆ©sticos. Eso la deja por igual sin la atenciĆ³n de sus padres y sin amigos con quienes hablar y jugar, y rodeada sĆ³lo de adultos de edad avanzada y de dudosa cordura. SĆ³lo Wybie le es prĆ³ximo en edad, pero el oscuro estado de Ć”nimo de Coraline le impedirĆ” aceptar su amistad con sencillez. TambiĆ©n Ć©l tendrĆ” su reflejo perfecto en la Otra Casa: con la boca cosida. Y es que nuestra protagonista estĆ” creciendo, pero no deja de ser una niƱa, y ademĆ”s hija Ćŗnica, y como tal, quiere hacer en todo momento su santa voluntad y estĆ” convencida (tan implĆ­citamente que tardarĆ” en darse cuenta de lo contrario) de que todo el mundo tiene que adaptarse a ser lo que ella espera de ellos, sin que ella se esfuerce lo mĆ”s mĆ­nimo o piense un segundo en los demĆ”s. Esa forma de ser caprichosa y distante, pero a la vez tierna y sedienta de afecto y atenciĆ³n, lejos de hacer de Coraline un personaje voluble o antipĆ”tico, la hacen encantadora por ser la misma esencia de la niƱez, como puede serlo el descarado y petulante Peter Pan. 

     La brujerĆ­a es asĆ­mismo un pilar en el argumento de la cinta que nos ocupa. La Otra Madre utiliza
su magia para hacer de su universo un enorme cebo para la protagonista, en el que se asegura de colocar todo lo que le gusta, buena comida, diversiones asombrosas, espectĆ”culos increĆ­bles... todo para lograr atraparla. Desde el primer momento, la niƱa siente miedo ante la idea de tener botones en lugar de ojos; segĆŗn las leyendas de brujas, los ojos son la ventana del alma, y como tales, no mienten jamĆ”s ni se pueden disfrazar de ningĆŗn modo. Maldecir a una persona, emponzoƱar su alma y privarle de la protecciĆ³n de los buenos espĆ­ritus, se llama "hacer mal de ojo", y en autores como Clive Barker (el autor de Candyman y Hellraiser) encontramos que, si bien no hay manera segura de matar a un mago, sĆ­ se le puede inutilizar "cegĆ”ndolo", destruyĆ©ndole los ojos (El seƱor de las ilusiones, 1995, basada en el cuento La Ćŗltima ilusiĆ³n). En la cinta podemos ver que todo lo que habita la Otra Casa tiene botones por ojos, y segĆŗn la tradiciĆ³n, carece de alma. La Otra Madre, creadora de todo allĆ­, puede hacer verdaderas maravillas mĆ”gicas, pero todos los seres que crea son defectuosos y se deterioran muy deprisa, precisamente por que no tienen interior, ni voluntad, ni libertad, sino que se  limitan a obedecer los mandatos de la Otra Madre; pueden entenderse como cĆ”scaras vacĆ­as.

     TĆ©cnicamente hablando, nos encontramos ante una pelĆ­cula rodada en stop-motion (tĆ©cnica que consiste en modelar a mano los personajes y las escenas y grabarlas fotograma a fotograma. Lo que se llama en cristiano "trabajo de chinos"), recurso que le da especial encanto y tambiĆ©n la dosis de tenebrismo justa, como sucedĆ­a en la extraordinaria Pesadilla antes de Navidad, del mismo director, Henry Selick (Tim Burton fue el productor). Por mĆ”s que se trate de un monstruo de Ć©ste tipo de animaciĆ³n, tambiĆ©n director de James y el melocotĆ³n gigante y de la escasamente reconocida Monkeybone, no deja de sorprender el extraordinario grado de calidad del trabajo, que nos muestra una animaciĆ³n fluida y Ć”gil, con un acertado uso de los recursos y del colorido como bazas importantes en la narraciĆ³n, tan esenciales en la historia que si la imaginamos sin diĆ”logos, igualmente nos llegarĆ­a el argumento.

 
  La pelĆ­cula se basa en una novela homĆ³nima del aƱo 2003 de Neil Gaiman, autor que se tuteaba con Terry Pratchett, junto a quien escribiĆ³ Buenos presagios, y autor de conocidas novelas grĆ”ficas como The Sandman, ganador de un sinnĆŗmero de premios, entre ellos el Hugo precisamente por Coraline. Gaiman consigue atrapar fĆ”cilmente al lector con su narrativa sencilla y sabiendo mezclar adecuadamente una historia en sĆ­ aterradora, con un tratamiento dulce y fantĆ”stico que la hace apta para niƱos a partir de nueve o diez aƱos, sin que por ello se haga ƱoƱa o poco atractiva para los adultos. Si no habĆ©is leĆ­do el libro, os lo recomiendo fervientemente y si puede ser, leedlo antes de ver la pelĆ­cula.

     Los mundos de Coraline, estrenada en 2009, fue aclamada de inmediato por crĆ­tica y pĆŗblico, recaudĆ³ en pocos meses mĆ”s de 120 millones de dĆ³lares y recibiĆ³ tres premios Annie (mejor mĆŗsica, mejor diseƱo de producciĆ³n y mejor diseƱos de personajes) e incluso estuvo nominada al Oscar a la mejor cinta de animaciĆ³n, aunque finalmente fue Up la que se llevĆ³ el codiciado galardĆ³n (si querĆ©is mi opiniĆ³n, sĆ³lo con la secuencia inicial que nos muestra la vida de Carl y su mujer, ya tenĆ­an el Oscar ganado).

     Coraline es una pelĆ­cula Ć”gil, que destila por igual belleza escĆ©nica que atractivo en el argumento, que permite ser disfrutada prĆ”cticamente a cualquier edad y que nos muestra que los cuentos, aunque sean para niƱos, no es preciso que sean siempre candorosos y empapados en sacarosa, sino que pueden perfectamente ser aterradores, sin por ello dejar de ser aptos. Cinefiliabilidad 3, lo que significa que es tolerada, fĆ”cil de ver y no es lacrimĆ³gena, pero a niƱos muy pequeƱos sĆ­ que puede asustarles un poco.

Las otras alternativas eran el jardĆ­n de la Reina de Corazones, o el cerebro de John Malkovich. 

"¡CariƱo! ¿A que no adivinas lo que me ha pasado hoy?" Si no coges Ć©sta frase, tienes que ver mĆ”s cine.