-Mmmmmmmmmh.... ¡pero quĆ© rebuenĆ­simo estĆ”! ¡Nunca habĆ­a probado un cerebro tan rico! - me felicita ZombiD, con los labios brillantes de salsa de mantequilla. - ¿Puedes creer que hasta hoy, jamĆ”s habĆ­a probado las alcaparras? ¿Cómo se te ocurrió preparar los sesos asĆ­?

     -Le pedĆ­ la receta al dr. Lecter. - admito. - Sabes que yo no soy aficionada a las vĆ­sceras, pero Ć©ste plato es excelente. Me alegra que te guste, temĆ­ que no me quedase bien. 

     -Te ha quedado de vicio, nena. - sentados frente a frente, su mano izquierda se separa de su antebrazo y camina con los dedos hasta subir a mi barbilla y me atrae hacia sĆ­ para besarme. - Por cierto, ¿cómo fue la reunión con el jefe ese tuyo tan dĆ©spota?

     -Bueno, estaba tan harta de que pretendiese comerme el coco, que decidĆ­ cambiar las tornas... - echo una mirada muy elocuente al plato sin dejar de sonreĆ­r con cierto apuro. D se sorprende, pero enseguida me devuelve la sonrisa, con un brillo de orgullo en sus ojos. Como la cosa va de canĆ­bales, hoy en Cine freak salvaje: Gomia, terror en el Mar Egeo. 



     Hubo un tiempo en que el terror visceral no estaba tan normalizado como lo pueda estar hoy, en que cintas como Hostel o Saw nos muestran muertes truculentas en primer plano sin pararse en barras y con toda naturalidad, y al que no le guste, que no mire. En dĆ©cadas pasadas, cuando las cosas se excedĆ­an en sangre, una cinta podĆ­a ganarse la clasificación X y dar al traste con su recaudación. Holocausto canĆ­bal, fue una de ellas. Otras cintas de este estilo salĆ­an directamente a certĆ”menes especializados en terror o a vĆ­deo domĆ©stico, como CanĆ­bal Feroz en 1981 o la olvidable producción asiĆ”tica We´re going to eat you (cuyo tĆ­tulo se adaptó en EspaƱa como "Cole, cole, que te como"... sin comentarios). Finalmente, algunas producciones de mayor envergadura pagaban a la comisión de clasificación por edades para que su film fuese simplemente prohibido a menores, pero no X, de modo que pudiera exhibirse en salas comerciales normales, como fue el caso de Robocop. La cinta que hoy nos ocupa, en su Italia natal sĆ­ llegó a exhibirse en cines, pero con escaso Ć©xito debido a su brutalidad y lo explĆ­cito de su contenido. 

     Comenzamos con una dulce pareja que recorre las calles de un pintoresco pueblecito marino, situado en una isla. La pareja va a la playa a baƱarse y no vemos cómo, pero sabemos que ninguno sale del agua. O al menos, no con todos sus trozos. Es un comienzo tĆ­pico de muchas cintas de terror como Slugs muerte viscosa, o la extraordinaria Tiburón. Bien, la proyección continua con un grupo de veraneantes que se dirigen a una isla griega de vacaciones y recogen a una autoestopista que sigue un destino similar al suyo. Una de las chicas, tarotista de profesión, no estĆ” conforme con acercar a la chica a la isla a la que desea ir, pero accede para no ser la voz discordante. Y como podrĆ©is suponer, lo mĆ”s juicioso hubiera sido no acercarse a la malhadada isla pero es que entonces, no habrĆ­a pelĆ­cula. Nuestros sufridos veraneantes se verĆ”n envueltos en un misterio que tiene un apetito voraz. 

    Eurotrash, giallo, gore... da igual cómo lo llamemos, es cine de terror en el que abunda la sangre,
donde la historia es mĆ”s un pretexto que un componente de temperamento y donde el cineasta busca mĆ”s remover la conciencia del espectador que proporcionarle una evasión. Y si hablamos de remover conciencias, de provocar o de sorprender, el director que nos trajo la presente cinta, llamada Antropophagus en su versión orginal, de eso sabĆ­a un rato. Se llamaba Joe D´amato y se movĆ­a a caballo entre el terror y el porno. No obstante, no hubiera conseguido unos efectos tan potentes como precisaba para su Terror en el Mar Egeo de no ser por su actor-fetiche que casi todos los directores, unos mĆ”s, y otros menos, mas casi todos tienen alguno. 

    Se llamaba Luigi Montefiori, George Eastman para el cine, medĆ­a 2.06 metros, y aunque se le conozca como "la bestia humana del eurotrash", en Italia le siguen llamando El Comefetos a raĆ­z de Ć©sta pelĆ­cula, por mĆ”s que la grabación tenga ya mĆ”s de cuarenta aƱos. Ya habĆ­a trabajado para D´amato en ocasiones anteriores, y volverĆ­a a hacerlo, trabajó tambiĆ©n para Mario Bava (otro gran director de giallo, de quien hablamos aquĆ­) y su trabajo quedó siempre entre los directores de las corrientes trash de la Italia de los setenta y principios de los ochenta, llegando a coincidir con la cantante Sabrina en CrĆ­menes en portada y aĆŗn atreviĆ©ndose con la dirección en una cinta de 1990 titulada originalmente Metamorphosis (que aquĆ­ fue titulada Re animator 2 y se intentó hacer pasar como la secuela de dicha cinta. No coló, naturalmente).  No es que George Eastman fuese un actor del mĆ©todo stanislowsky comparable a Marlon Brando por ejemplo, pero su oficio era dar miedo, y vaya si lo conseguĆ­a. 

     En Gomia, pelĆ­cula escrita por Ć©l mismo y para la que se inspiró en la frase del Conde Ugolino de la Divina Comedia "mĆ”s que el dolor puede el ayuno", Eastman representa a una bestia en la que ya no queda humanidad, sólo apetito. Con la mente atrapada en un horrible episodio de su vida, buscarĆ” por todos los medios con quĆ© saciar su hambre de carne humana, y no se detendrĆ” ante nada para conseguirla. Si os decĆ­a mĆ”s arriba que le llaman Comefetos y os cuento que una de las veraneantes estĆ” embarazada, seguro que podĆ©is atar cabos acerca de la dureza de la cinta, y ya os digo que eso, no serĆ” lo mĆ”s grotesco de la misma. A pesar de ello, Eastman no quedó del todo satisfecho con el producto final y segĆŗn admite, es una pelĆ­cula que le resulta divertida, pero que nunca le ha gustado. 

    Gomia terror en el mar Egeo es una filmación impactante, que sigue una buena historia
detectivesca, ligera quizĆ”, pero consistente, en la que los protagonistas intentan no sólo huir, sino tambiĆ©n entender quĆ© sucede y porquĆ©. El terror sigue un esquema muy clĆ”sico y acertado de no dejar ver al monstruo sino hasta muy avanzada la cinta, aunque sĆ­ veamos sus terribles ataques y su impiedad, creando asĆ­ un mayor suspense en el espectador. La información del mismo se nos da con cuentagotas hasta el clĆ­max, asĆ­ que para cuando vemos finalmente al asesino, sabemos quĆ© le ha llevado a su condición. El golpe final, no por esperable menos grosero como trĆ”gico, nos lleva no sólo al alivio, sino incluso a sentir lĆ”stima por Ć©l y provocando que no podamos dejar de verle como un enfermo, amĆ©n de como a una bestia. 

    Gomia es una cinta de factura entretenida y de duración justa para no perder de vista la atención del espectador, de modo que no llega a hacerse pesada. Tiene el argumento necesario para mantener el interĆ©s, y gore de sobra para dar sopas con honda a cualquier amante del gĆ©nero. Se trata de una pelĆ­cula que tiene momentos de gran impacto y que pueden resultar muy desagradables; es preciso verla sabiendo lo que uno va a ver y si realmente quiere verlo. Absolutamente prohibida para menores de edad, y desde luego no la veais cuando vuestra abuelita venga a tomar un cafĆ©. Cinefiliabilidad 8, lo que significa que es sangrienta, dura y grotesca, pero curiosa y un clĆ”sico para iniciarse en el giallo. 


¡Nene, usa el tenedor, no me seas guarro!
Nota curiosa: en los títulos de crédito vemos a una tal Tisa Farrow. No era un pseudónimo, se trataba de la hermana de Mia Farrow y, por aquél entonces, cuñada de Frank Sinatra.

"Hosssssssssss...tia. ¿He dejado abierto el gas?" Si no coges Ć©sta frase, tienes que ver mĆ”s cine.