-Esto es... ¿calamar? Espero que no lo sea. Da igual, sea lo que sea, no me lo comerĆ©. - ZombiD, con cara de visible repelĆŗs, aparta de sĆ­ el pedacito de comida, manteniendo los dedos lo mĆ”s lejos que puede del inicio de los palillos. Yo me he quedado mirĆ”ndole con el sushi a medio camino de la boca, pero el tiĆ­to Creepy directamente le contesta.

-Me estĆ”s diciendo... que has comido insectos, gusanos, lombrices, tierra de cementerio, cerebros, cucarachas, larvas de polilla del papel, vĆ­sceras agusanadas, carne putrefacta, ¡queso corso!... ¿¿¿y te da asco comerte un calamar???

-Rotundamente Sƍ. - contesta mi novio - No me gustaban vivo, y no me gustan ahora. 

-Pero, sesito... ¿los has probado? - sonrĆ­o. 

-SĆ­. - admite - TenĆ­a seis aƱos, me dijeron que eran aros de cebolla, y eran calamares a la romana, y yo me lo metĆ­ a la boca, y esa... textura... gomosa... ¡puagh!

-Bueno, a mĆ­ me encanta la carne y me dan asco las hamburguesas. - reconozco. El tiĆ­to Creepy suspira y susurra algo como "poca hambre...". Ataco - Cuajarón de nata babosa en la leche caliente. 

-¡Blughs! - El tiĆ­to se pone verde en un segundo y tiene que levantarse corriendo al baƱo. No creo que pueda ni seguir comiendo. El mundo de los ascos, es como el de los gustos: cada quien tiene el suyo, y hoy vamos a hablar de algo que a casi todos nos da asquito, como son los mocos, babas y cosas viscosas. Hoy, en Cine Freak Salvaje: Slugs, muerte viscosa.


Atención, queridos lectores. Por veinticinco gallifantes, pelĆ­culas protagonizadas por animales que se convierten en una terrible amenaza, ¡tiempo! Tiburón, PiraƱa, El enjambre, Los pĆ”jaros, Hormigas, TarĆ”ntula, La visita de las cucarachas en Creepshow, Godzilla, Tadzilla, King Kong,... y yo aceptarĆ­a por vĆ”lida La mosca, ¡campana y se acabó! Desde tiempo inmemorial, el cine de terror se ha alimentado de monstruos del mundo animal, criaturas que nos recuerdan que, hasta hace relativamente poco tiempo, no estĆ”bamos en la cabeza de la cadena trófica, y que la Naturaleza es una fuerza que no podrĆ” nunca ser controlada en su totalidad, y menos si intentamos abusar de ella. En la cinta que nos ocupa, son unas criaturitas que despiertan de por sĆ­ escasas simpatĆ­as las encargadas de recordĆ”rnoslo: las babosas. 

Nos encontramos en el típico pueblecito de la Norteamérica profunda, cercano a la gran ciudad y rico y próspero en industrias, donde una mañana, el sheriff solicita la ayuda de Mike, inspector de sanidad, para investigar la extraña muerte de un vecino, al que han encontrado tumbado en su sofÔ, pero comido hasta el hueso, y cuyos pobres restos estÔn invadidos de gusanos. En un principio Mike no logra atinar de qué puede haberse tratado, pero descubre unos extraños restos de baba por todo el pasillo de la casa. Y la verdad que argumento, tiene poquito mÔs, lo que tiene a decir verdad, son mÔs
"momentos" que "historia". Y desgraciadamente, los momentos no son demasiados.

Cuando uno se pone a ver Re-Animator, o El tren de la carne de medianoche, o cintas similares, suele ser porque ya sabe quĆ© va a ver y lo que quiere ver, es gore, sangre, muertes imaginativas y terrorĆ­ficamente bien descritas, sin mĆ”s espacio para la imaginación que el dedicado exclusivamente a no llegar a la clasificación X. Nadie espera ver un monólogo shakespeariano en esas pelĆ­culas, y como dijo Rollo Lee, "Stallone no ha llegado a donde estĆ” interpretando teatro clĆ”sico" (Criaturas feroces, recordadme que os hable de ella). Sabiendo esto, ¿quĆ© es lo peor que le puede pasar a una cinta gore...? NO ser gore. Y esto es lo que nos sucede hoy. Entendedme bien, no digo que sea mala, ni siquiera que no me guste, sólo que no es tan entretenida como considero que deberĆ­a ser. Las pelĆ­culas de terror catastrófico en la que se pone en peligro una población y, potencialmente, la sociedad entera pueden ser divididas en dos categorĆ­as:

a) Aquéllas que cuentan con un argumento que justifique sólidamente la acción y al menos un actor que la haga pasable, por pobre que sea, para ser tomada en serio. Una película así sería El enjambre. Es una cinta baratita, pero tiene mÔs suspense que terror y cuenta con la presencia de Michael Caine, quien reconoció que fue la peor película que había hecho y tenía razón, pero gracias a él, la película puede permitirse el lujo de tomarse a sí misma en serio.

b) AquĆ©llas que cuentan con un argumento flojo y lo saben, y se apoyan en casquerĆ­a para remediarlo y no cometen el error de creer que alguien va a pasar verdadero miedo con ellas, salvo que no alcance los doce aƱos de edad, o se trate de las encantadoras tĆ­as de Mortimer Brewster. PiraƱa serĆ­a de Ć©ste tipo. 

¿En cuĆ”l de los dos tipos encaja Slugs, muerte viscosa? En el segundo, pero se comporta como si no lo supiera, obsequiĆ”ndonos con un tono de telefilm mĆ”s propio de cintas dramĆ”ticas que terrorĆ­ficas. Eso sĆ­, aunque haya desgraciadamente pocos momentos, esos momentos son memorables. 

Slugs muerte viscosa se estrenó en España en el año 1988 y provenía de una novela homónima, pero
-y aquĆ­ llega lo interesante- estaba dirigida por J.P. Simon, que es Juan Piquer Simón, un espaƱol considerado el padre del cine fantĆ”stico en EspaƱa, que se llevó a varios amigos, entre ellos Concha Cuetos (que, si vivĆ­steis los noventa, era la dependienta de Farmacia de Guardia) y el actor fetiche del citado director, Emilio Linder, quien tambiĆ©n habĆ­a hecho sus pinitos en el cine clasificado S (erótico) y hasta en el porno espaƱol. Actor, por cierto, que se lleva el honor de la mejor muerte de toda la proyección, y es que su alcohólica costilla le prepara una ensalada con una lechuga que tiene "inquilinos", y Ć©stos le devoran de dentro hacia fuera, haciendo que al dĆ­a siguiente, en pleno restaurante, le estalle la cabeza. SĆ­, asĆ­ como suena. 

Slugs, muerte viscosa se estrenó con gran alharaca, aunque consiguió mĆ”s alegrĆ­as en el mercado del vĆ­deo domĆ©stico (rara era la cinta que no llevaba el trailer; si no lo vi quince veces, no lo vi ninguna. En el videoclub tenĆ­an ¡dos copias! ¡IncreĆ­ble! y mis compaƱeros de clase, de nueve aƱitos de edad, quedaban en casa de Ć©ste o aquĆ©l para verla y reverla. Huelga decir que la escena "interesante", de apenas ocho segundos de duración, estaba mĆ”s rayada que el traje de BitelchĆŗs) , y se llevó nada menos que el Goya a los mejores efectos especiales. La pelĆ­cula sigue al pie de la letra las "reglas del terror", que nos indican que la rubia en ropa interior muere, que la pareja que tiene sexo morirĆ” tambiĆ©n, y que las figuras de autoridad que pueden impedir o paliar el desastre, nunca escucharĆ”n al hĆ©roe hasta que sea demasiado tarde. Se trata de una cinta fĆ”cil de ver e interesante en su gĆ©nero y en la curiosidad de ser coproducción hispano-estadounidense, y que intenta transmitir una seriedad que no tiene a base de ocultar al monstruo el mayor tiempo posible, truco que en realidad, le resta distracción, pero que una vez nos muestra las escenas, aunque Ć©stas sean cortas, no se para en barras, motivo que hace que no sea nada recomendable verla con niƱos. Cinefiliabilidad 3, lo que implica que es fĆ”cil de ver salvo si te dan repelĆŗs las babosas. Y si no te lo dan, es igual, despues de verla, te lo darĆ”n. 

Cuando le dijeron "harÔs de chica que estÔ para comérsela", creyó otra cosa...



"¿Era el Hombre del saco?" Si no coges esta frase, tienes que ver mĆ”s cine.