Aprovechando mis vacaciones, esta misma mañana me encontraba repasando ideas para ver si veía alguna buena película de terror, cuando la noticia me asaltó como un bofetón y me quitó la idea de ver película alguna, porque la realidad ya daba demasiado miedo: integristas radicales islÔmicos habían asaltado la sede de la revista satírica francesa Charlie Hebdo y habían causado, en ese momento, diez muertos y cinco heridos. La cifra de decesos, desgraciadamente, subiría mÔs tarde.



No se trataba del primer ataque que la revista sufrĆ­a, ya en 2012 y aĆŗn antes habĆ­an sido objeto de cobardes atentados similares, pero Ć©ste sin duda ha sido el mĆ”s grave. El mĆ”s sanguinario. El mĆ”s vil. Los terroristas han actuado con frialdad y profesionalidad, y lo han hecho con gran aparato y armas de primera, gritando que "ahora el profeta ha sido vengado". Han tenido el cuajo de disparar contra gente desarmada y contra policĆ­as heridos que levantaban los brazos para mostrar que estaban indefensos y que no representaban una amenaza, y lo han hecho con un Ćŗnico propósito: dar miedo. Hacernos pensar a todos que son capaces de eso y mĆ”s y que el uso de la fuerza les darĆ” la razón siempre. Mucha gente dice "¿cómo se les ocurre meterse con esa gente? ¿Era necesario avivar el fuego? Se lo han buscado...", y eso, precisamente eso, es lo que un terrorista desea que pensemos. Desean nuestro miedo. Porque una población asustada es una población fĆ”cil de chantajear, es fĆ”cil hacer con nosotros lo que gusten, y entonces pueden exigir cualquier cosa e imponer cualquier cosa. Y lo harĆ”n. Esto, no es algo tan simplista como "el islam quiere dominarnos" o "los inmigrantes son malos" o cosa similar. Se trata de un colectivo de gente intentando imponer sus ideas por la fuerza a otro colectivo de gente. 

El humor es siempre irreverente. Siempre va a ofender a alguien, siempre va a dejar de gustar a alguien, siempre va a haber alguien que te diga que te has pasado con ese chiste o que el humor tiene un lĆ­mite, o que el buen gusto esto o que la dignidad aquĆ©llo. Si cuentas el chiste de "¿Tiene zapatos de cocodrilo?  -SĆ­, seƱor, ¿quĆ© numero gasta su cocodrilo?", se ofenderĆ”n los vendedores de zapatos y los protectores de los animales, y los fabricantes de cuero, y hasta un seƱor de Bilbao que pase por allĆ­ cuyo primo segundo murió hace veinte aƱos en una expedición al Ɓfrica devorado por un cocodrilo... No existe el humor neutro. Todos vivimos en una sociedad, y eso implica aprovechar las ventajas, pero tambiĆ©n saber adaptarse a los inconvientes, y uno de ellos, se llama "libertad de expresión", precepto segĆŗn el cual, todos tenemos derecho a expresar libremente nuestras ideas. 

Y me diréis: "sí, pero mi libertad se termina donde empieza la de mi vecino", y tenéis razón. Nadie debe reírse de una persona. Nadie debe decir "Fulanito es tan tonto que si se cae al suelo, tiene que pedir indicaciones", eso sí. Pero:

a) una cosa es reĆ­rse de una persona y otra muy diferente, reĆ­rse de las ideas de esa persona. Las ideas
pertenecen al mundo del pensamiento, y como tal, pueden (¡y deben!) ser debatidas, discutidas, apoyadas, rebatidas... y mofadas. EstĆ”n ahĆ­ para eso, han sido creadas con ese fin, no hay ninguna idea que sea inmutable y eterna, salvo alguna ley fĆ­sica universal, y aĆŗn esas tienen excepciones. Yo no puedo reĆ­rme de Fulanito porque sĆ© que eso va a herir sus sentimientos... pero puedo perfectamente reĆ­rme de las ideas de Fulanito y decir "a Fulanito le gustan los PequeƱos Ponys, a mĆ­ me hacen mucha gracia los pequeƱos tontys, son caballos tan cursis que no puedes verlos en ayunas porque corres peligro de sufrir un pico de insulina y quedarte diabĆ©tico para siempre.". Yo ahĆ­, no me estoy riendo de Fulanito, sino de uno de sus gustos. De una idea. Y con la religión, ocurre lo mismo. 

b) una ofensa, por grave que sea, no justifica el asesinato de una persona. JamĆ”s. Bajo ninguna circunstancia, no es posible encontrar ningĆŗn "¿y si?", ni ningĆŗn atenuante. Si una persona te hace sentir "atacado" u "ofendido" por un chiste grĆ”fico, y tĆŗ le respondes con un Kalashnikov, la Ćŗnica culpa la tienes tĆŗ, no la persona que simplemente hizo un chiste. Ɖl no es ningĆŗn imprudente, ni ningĆŗn infiel, ni ningĆŗn irresponsable, ni ningĆŗn racista, pero tĆŗ sĆ­ eres un asesino. 

En EspaƱa nos tocó vivir la censura muchos aƱos, y aĆŗn hoy, el triste caso de la portada del Jueves y mĆ”s tarde la escisión del mismo al no querer plegarse a los mandatos editoriales (que provocó la dimisión de gran parte de los dibujantes que actualmente llevan la revista web Orgullo y Satisfacción), nos demuestra que es un tema que sigue candente. Y no queremos retroceder y no debemos hacerlo. Ahora mĆ”s que nunca, hemos de mantenernos firmes. ¿Consideras que algo hiere tus creencias, que una publicación te ofende en lo personal? No la leas. Nadie te va a obligar, pero vives una sociedad en la que eso, es perfectamente legal. ¿No te gusta esa legalidad, te supone algĆŗn problema moral el que la gente tenga potestad legal para hacer y decir cosas que a ti no te gustan? No puedes hacer nada. O te aguantas, o te vas. Pero no puedes imponer tu criterio a toda una sociedad, igual que nadie intenta imponerte nada a ti. Uno de los autores asesinados dijo hace algunos aƱos que la revista cumplĆ­a con la ley francesa, y eso era lo Ćŗnico que le preocupaba; si estaban violando la ley de algĆŗn paĆ­s como Khabul o similar, no pensaban preocuparse lo mĆ”s mĆ­nimo por ello, porque ellos no editaban allĆ­. Editaban en Francia, un paĆ­s que sĆ­ les ampara esa libertad. Libertad que hoy han pretendido matar. Y que no conseguirĆ”n. No nos aterrorizarĆ”n, no nos impondrĆ”n, no nos dominarĆ”n. No nos callarĆ”n. Hoy mĆ”s que nunca, condenamos la violencia y luchamos por nuestro derecho a decir lo que nos dĆ© la gana, porque hoy puede ser mahoma o alĆ”... maƱana puede ser la religión católica, pasado el gobierno, y al otro nos encontramos comprando una libreta para esconderla bajo un ladrillo y escribir en los mĆ”rgenes "Abajo el Gran Hermano". Ni un paso atrĆ”s en la libertad. Todos somos Charlie.