—…No se trata de que sea una película desagradable, que lo es. Es que es MALA, pero mala de solemnidad; es aburrida, es ilógica… Entiéndeme, tampoco los X-men son lógicos,  pero te dan una explicación para ellos, de modo que durante el tiempo que dura la peli, te lo crees. Aquí, no. Aquí directamente se saltan lo que no les interesa explicar, te toman por idiota, y ya está… —Me doy cuenta que ZombiD ni siquiera asiente, se limita a mover mecánicamente los brazos para que yo siga devanando la madeja y liándola en un grueso ovillo de espesa lana morada. Sonrío. — D. 

    —¿Hum? — mi novio parece despertar. — No, te oía, pero... Dime, ¿alguna vez te ha pasado que estás contenta con tu vida, eres feliz... pero piensas que te has perdido cosas? ¿Piensas en cómo sería tu vida, si no hubiera pasado "algo" que pasó? Si no te hubieras presentado en su casa sin avisar... si no hubieras cogido la moto cabreado y triste mientras llovía... ¿Te pasa?

      —Ahora ya menos — admito—. Pero de vez en cuando aún, sí. — Le tomo de la mano verdosa y semipodrida, y aprieto — Es muy común. Casi todos tenemos un "antes y después". ¿Sabes? Precisamente yo quería hablar hoy de una peli en la que están muy marcados esos "antes y después" tanto para el protagonista, como para el antagonista. Hoy, en nuestro Cine que ya tendrías que haber visto: Batman.

Película Batman

     La narración nos lleva a una populosa y, por lo que vemos, contaminada y bastante sucia urbe en la que una familia se extravía en los bajos fondos (si bien a veces llega a parecer que en Gotham City no hay "altos fondos") y es víctima de un atraco. Mientras los rateros se reparten el botín, hablan acerca de alguien que los amenaza, "el murciélago", le llaman, criatura que en efecto aparece y les aplica un severo correctivo, de suerte que uno de ellos no lo cuenta, y el otro acaba más loco del coco que Carioco. A pesar de los esfuerzos del Comisario Gordon, Gotham es una ciudad llena de crimen, desde cosas pequeñas como el atraco de los dos matados que acabamos de ver, hasta cosas enorme como el imperio del crimen de Karl Grissom (Jack Palance). El citado Grissom tiene una fantástica red de empresas fraudulentas, compinches, cómplices, matones a sueldo y gangsters varios, y uno de esos mismos matones es Jack Napier (Jack Nicholson), quien no sabe que va a dejar la piel (y nunca mejor dicho) por hacer el tonto con la chica equivocada. 

     Mientras Grissom planea deshacerse de Napier, Napier extorsiona a la policía, y la policía busca al nuevo villano-leyenda urbana llamado Batman, la prensa también intenta probar la existencia del misterioso hombre murciélago, cosa que no resulta nada fácil si tenemos en cuenta que sólo ha sido visto por maleantes bebidos-drogados-enloquecidos y alguno de ellos medio muerto. Cuando Napier y sus hombres sean traicionados y se encuentren en una encerrona en una fábrica de productos químicos, los acontecimientos se precipitarán. Y más de uno se quedará blanco del susto.

Película Batman

      A nivel cinematográfico, la película no está mal del todo, se nota la mano de Tim Burton en la dirección y en el montaje de una Gotham peligrosa y asfixiante, pero el tratamiento de los personajes, realmente estuvo poco conseguido. En cierta ocasión, un entendido en cómics dijo que el Joker era un personaje peligroso dentro y fuera del papel, porque "nadie olvida una buena historia del Joker, pero nadie olvida una mala historia del Joker". El Príncipe payaso del crimen tiene tanto carisma en el mundo de Batman como el propio protagonista y a veces incluso más; su aparición hace que una historia sea única para bien o para mal. En este caso, lo fue más bien para lo segundo.

    Cuando adaptas un cómic, o una novela, a cine, el primer público que tienes que tener en mente, es a los fans o cuando menos a las personas a quienes les gusta ese cómic. Ellos son tu primer público potencial y a quienes tienes que seducir, porque el resto, no tienen más que un interés ligero, y eso si no piensan directamente que tu película es infantil o de baja calidad porque está basada en un cómic. Eso quiere decir que es mejor que trabajes con lo que existe y no inventes, porque lo más fácil es que la cagues. Y a grosso modo, eso fue lo que pasó.

Película Batman

    En los cómics Batman es, ante todo, un detective. Alguien que sigue pistas, las hace encajar y razona; desde luego que tiene la ayuda de la técnica, de sus juguetes, de sus millones... pero ante todo, investiga, pregunta, husmea... En realidad, rara vez recurre a la violencia física y casi siempre intenta no matar (otra cosa es que lo logre). ¿Vimos eso en la película? No. Michael Keaton, quien se había comido la pantalla de canto bajo la tumba de Bitelchús poco antes, nos presentó un Batman cuya capa le quedaba más que grande, y cuyo trabajo detectivesco era picar datos en un ordenador y esperar que éste le dijera "Ha sido Pepito, a quien puedes encontrar aquí". El "primer" Batman cinematográfico (dejando aparte las adaptaciones televisivas y telefilmes protagonizados por Adam West (POW!) en la década de los sesenta), se conducía más bien como un matón vengador que como un detective justiciero; no tenía reparos en matar, directa o indirectamente a sus adversarios, era violento y casi parecía pasarlo bien pegando, cosa que al Batman del cómic suele producirle siempre pesar. En el cómic Batman Año Uno (como dice un gran amigote mío: "Se llama "Batman Año Uno", pero es "Comisario Gordon Año Uno"), novela gráfica que nos presenta las primeras actuaciones de Batman, éste, después de resultar malherido llega a plantearse la idea de dejarse morir al ver que no es capaz de reducir con éxito a los asaltantes sin herirlos, que su intervención también causa daño. Y qué decir del extraordinario La broma asesina, en el que intenta, agárrense, hacer entrar en razón y redimir al Joker. Una historia amarga como la hiel que quema en los ojos y cuyo cinismo te produce una mueca similar a la de chupar un limón; se le parece, pero no es exactamente una sonrisa.

Si bien en España podría haber menos "cultura de cómic" (aunque haberla, la había, pero sobre todo entre adolescentes; ver a alguien mayor de 25 leyendo cómics a finales de la década de los ochenta era rarísimo e incluso censurable. Si hoy día hay quien no lo entiende, figuráos hace casi treinta años...), esa cultura existía ya, y los aficionados a Batman no vieron con buenos ojos una cinta tan tópica en su esquema "llega el bueno, mata al malo y se lleva la muchacha", en la que prácticamente se ignoraba la esencia gráfica del héroe. Pero lo peor, no era el tratamiento superficial y sin matices de Bruce Wayne y Batman, no... lo peor era el Joker convertido en un payasito travieso con ínfulas artísticas.

Película Batman

  El Joker era a Batman lo que Lex Luthor a Superman o el dr. Van Helsing a Drácula: el villano por excelencia, el perfecto antagonista. TENÍA que salir en la película, pero como decía más arriba, no basta con sacar al Joker para asegurar el éxito; es más, sacar al Joker puede ser arriesgado, porque el villano favorito de Gotham necesita una historia a su mismo nivel, y en éste caso, no la tenían. Si bien se nos presenta una pequeña "historia" para pretextar el nacimiento del Joker, ésta no era, ni mucho menos convincente y más teniendo en cuenta lo que había pasado apenas el año anterior. ¿Que qué había pasado? Pues que se había editado el cómic que citaba: La broma asesina, en el cual el Joker, a través de sus recuerdos, nos deja ver su propio pasado. O al menos, uno de sus propios pasados, ya que como él mismo dice: "si tengo por fuerza que tener pasado, ¡es mejor tener varios para escoger!". En el mismo, bajo el guión de Alan Moore (que como persona será lo que le dé la gana, será borde, será prepotente, será lo que le salga de la pituitaria... como guionista, no tiene precio. Creo que es el único medio en el que me interesa todo lo que dice), el Joker sostiene una interesante teoría, y es que lo único que separa realmente la cordura de la locura, es tener un mal día. Sólo eso. En su caso, él nos deja ver ese su "mal día", y cómo la caída al tanque de productos químicos es sólo la guinda, la gota que colma el vaso. En los cómics clásicos de Bob Kane, esos en los que Robin todavía iba con shorts y habrá un espacio reservado en el Infierno para Kane por desarrollar una idea tan hortera, pudimos en alguna ocasión ver algo similar; el Joker era un villano llamado "Capucha roja" que tuvo que escapar a través de un conducto de productos químicos y eso le provocó el cambio de pigmentación en su cabello y su piel "haciéndole parecer un payaso malvado". Resumiendo: la cochinada química en la que caía el hombre, sólo le daba la apariencia física; era su propio cerebro el que, tras un mal día, decía "ya no puedo más", y se refugiaba en la locura en un intento de luchar (ya que no entender) contra el mundo que le rodeaba. De modo que si algún aficionado a los cómics os dice alguna vez: "he tenido un mal día"... cuidadito-cuidadito.

    Bien, en la película, esto llevaba una concepción mucho más simplista. Jack Napier cae a un tanque de productos químicos y suponemos que la ingestión o inhalación de éstos, además de deformarle gravemente la cara y dejarle más blanco que un anuncio de Dixan, le llevan a la locura. Esto de por sí, ya era simplificar mucho a un villano tan psicológicamente atrayente como el Joker, pero encima darle el carácter de una especie de artista new-age, ya fue sadismo. Mientras que en los cómics, nuestro Príncipe Payaso del Crimen es un ser cruel, egomaníaco, un asesino que no se para en barras ni para asesinar bebés y que es capaz de meterle un tiro a sus propios hombres si simplemente se aburre, en la película era... eeeh... bueno, mataba. Un poco. Y rompía cuadros. Habrá quien me diga que no estoy siendo justa al comparar constantemente la película con los cómics, y tendrá su parte de razón. Dejando éstos aparte, la cinta realmente no está mal. Es una fantasía policíaca divertida y colorista, que lleva el sello Burton a la legua y la actuación de Nicholson se lleva de calle el protagonismo; sólo por eso, ya merece la pena.

     Jack Nicholson, actor como la copa de un pino y que lo mismo se metía en una comedia romántica (Camino del sur) que en manicomio (Alguien voló sobre el nido del cuco), no tenía precisamente problemas en encarnar a un gangster ni a un psicópata. Su actuación es un claro ejemplo de lo que puede suceder cuando no tenemos a un protagonista con la sufiente confianza en su propio papel: que el secundario, le barre de escena. Las escenas de Batman, negras, oscuras y sin un héroe carismático o simplemente definido, resultan aburridas, mientras que las de Joker, llenas de colores chillones, risas histéricas y emoción, son las más acertadas y elocuentes (que no me digan a mí que no: mirad La novia cadáver y el mundo lleno de color de los muertos, y decidme con qué escenas se sentía más a gusto Burton. Aquí, sucede lo mismo, está mucho más en su salsa en cuando sale el Joker, y se nota), de modo que la película casi enseguida se convierte en una espera "a ver que salga el Joker otra vez...". Y en sus "a ver qué hace ahora, a ver qué hace", llegamos a una escena que me gusta sobremanera y que se repitió (a mi juicio, un velado homenaje) en El caballero oscuro. En cierto punto de la cinta, Batman se lanza hacia el Joker con un vehículo volador, y el Príncipe Payaso, lo espera de pie en la carretera sin moverse, esperando que se lo lleve por delante. Casi exactamente igual que sucede en la cinta moderna, los dos Joker llevan un arma (Jack Nicholson un pistolón tan largo como su pierna; Heath Ledger una ametralladora) y los dos se quedan allí plantados sabiendo con certeza que su adversario no les va a matar así... aunque uno de ellos, casi parezca desearlo con morboso placer, porque el gusto de conseguir que el legalista Batman se manche las manos de sangre, bien vale su propia vida.

Película Batman

 
     Batman fue casi la última película emblemática de la década de los ochenta, pero su expectación, su reparto y su dirección, no dieron los resultados que se esperaban. Por más que en España se desató una cierta "batmanía", la cinta pasó al estante de los "bodrios" y fue calificada de infantiloide por los críticos sesudos y de traidora y ligera por los aficionados al cómic. Vamos, que en un principio, la pobre película no gustó a nadie. Aún así, no consiguió mala taquilla, y pretextó la secuela, Batman Vuelve, con Danny deVito (no, él no hacía de Batman) y Michelle Pfeiffer como Selina Kyle, alias Catwoman, cinta que se estrelló estrepitosamente. No fue hasta años más tarde que la historia contó con una revisión bajo la piel de Val Kilmer como Batman y los inmensos Tommy Lee Jones y Jim Carrey como DosCaras y Enigma respectivamente. Las películas de Batman se fueron haciendo cada vez más espectaculares, digitales... pero siendo justos, la verdadera atracción era ver a los villanos, porque para ver los pezones de Batman, con toda sinceridad, los de Lemmy Kilmister me gustan mucho más.

    Durante algún tiempo, las películas de Batman quedaron relegadas a cine-espectáculo-sólo apto para familias con niños y adolescentes. Tuvimos que esperar a la revisión de Nolan, a principios de la década del 2000 para disfrutar de un Batman algo más cercano al cómic y mucho más policíaco y detectivesco. Sin embargo, el tiempo ha redimido la cinta de Burton y hoy día es vista como algo meritorio que fue el primer escalón que nos llevaría al regreso del Joker, y esta vez un excelente Joker, a la gran pantalla. Es cierto que se trata de una cinta muy tolerada en el peor de los aspectos, pero también es de una gran belleza plástica, visualmente muy atractiva y cumple su propósito de entretener. Sin duda no es la mejor película de Batman, tampoco es la mejor película de Burton, y desde luego no es la mejor de Jack Nicholson ni de Michael Keaton... pero es una buena película pese a todo. Una película que hay que ver, de cinefiliabilidad 5, lo que significa que si te deshaces de prejuicios comiqueros, la peli es entretenida. Y hemos empezado nuestra sección de invierno con cumpleaños, porque también Batman está de felicidades: nada menos que 75 añitos. ¡Feliz cumpleaños, Batsy!



"En esa sala creen que se puede ganar una guerra nuclear. Que las pérdidas, pueden ser aceptables". Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.