En nuestra tercera entrega de la historia de Japón, nos adentraremos
en el perĆodo Yamato, uno de los mĆ”s importantes en la evolución
cultural japonesa, ya que introdujo numerosos cambios sustanciales en la
sociedad. Ya habĆamos hablado de la prehistoria en el nĆŗmero 9 y del
perĆodo Yomon y Yayoi en el nĆŗmero 17, por si os interesa echar un
vistazo a los predecesores. Continuemos entonces con el perĆodo que nos
interesa.
Historia del perĆodo Yamato (250-710 d.C.)
El
perĆodo del que hablamos coge su nombre del antiguo de la prefectura de
Nara, es decir, el nombre del perĆodo histórico hace referencia directa
al terreno ocupado por dicha cultura. Entendemos el perĆodo Yamato,
dentro de la mĆ”s clĆ”sica historiografĆa japonesa, como dos, el perĆodo
Kofun y el perĆodo Asuka. Es en esta Ć©poca cuando se asienta por fin la
figura del emperador y la familia imperial. Tal y como concluyen algunos
historiadores, el verdadero fundador de la dinastĆa imperial fue el
emperador Sujin, que gobernó en los últimos años del siglo III d.C. No
obstante, otros opinan que Sujin tambiĆ©n fue una figura mĆtica y que el
primer soberano de la historia fue el emperador Ojin, del que se cree
reinó entorno al año 400. En realidad, Ojin era oriundo de Corea, del
reino de Paekche, conocido como Homuda en su Ʃpoca.
Todo parece
indicar que quien obtuvo el control de la región de Yamato y consiguió
establecer la dinastĆa imperial que ha sobrevivido hasta hoy dĆa fue el
emperador Keitai a principios del siglo VI. AsĆ pues, es posible que
existieran tres dinastĆas principales en el perĆodo Yamato: Los clanes
Sujin, Ojin y Keitai. Lo mƔs probable es que fuera el sucesor de Keitai
quien impusiera su dominio sobre la mayor parte del Japón de aquel
entonces.
Tras Keitai el clan imperial intentó centralizar el
poder y reforzar su base polĆtica. A partir de los siglos IV y V la
influencia coreana y china se extendió a todo el paĆs, y comenzaron a
llegar a Japón sus conceptos culturales, intelectuales, religiosos y
polĆticos. Desde una perspectiva polĆtica, el clan gobernante intentó
fortalecer su posición adoptando las instituciones y prĆ”cticas polĆticas
chinas. El personaje que facilitó el proceso fue el prĆncipe Shotoku
(574-622), regente de la Emperatriz desde el aƱo 593 hasta su muerte.
Algunos creen, no obstante, que los verdaderos reformistas eran miembros
del clan Soga, que tenĆan ascendencia coreana.
Las reformas de
Shotoku desembocaron en la promulgación de la Constitución de los
Diecisiete ArtĆculos en el aƱo 604. Ćsta no contempla provisiones
polĆticas o administrativas, sino que engloba preceptos morales
dirigidos a reforzar la autoridad de la familia imperial, entre los que
destacan los ideales confucianos de propiedad, buena fe y armonĆa. A
partir de este perĆodo el Emperador empezó a ser llamado “kami (dios)
con apariencia de hombre”. El tĆ©rmino Tenno (prĆncipe celestial), de
origen chono, fue incorporado en algĆŗn momento a lo largo del siglo VII.
Durante el mismo perĆodo se adoptó el tĆ©rmino Nihon para referirse a
Japón. Con el fin de fomentar los contactos con China, eran frecuentes
las delegaciones en este paĆs, al mismo tiempo que se animaba a
estudiantes y a monjes para que realizaran allĆ sus estudios. El
reformismo Shotoku tuvo como resultado el atrincheramiento del clan Soga
en el poder y dando paso a la Ʃpoca heiana, de la cual hablaremos en
otro capĆtulo.
La evolución de la sociedad en la época Yamato
Tras
la introducción del cultivo del arroz, su producción se convirtió en la
base fundamental de la agricultura japonesa, y cualquier lugar al que
llegara el agua era idóneo para plantar un arrozal. Los utensilios de
madera dieron paso a otros de metal, se adoptó la prÔctica de utilizar
bĆŗfalos de agua como animales de tiro y en las laderas de las colinas se
improvisaron terrazas para plantar cereales y verduras. En las regiones
costeras la pesca siguió siendo una importante fuente de alimentación.
Pero a medida que los caciques locales adquirĆan mĆ”s poder y crecĆa el
nĆŗmero de propiedades exentas de impuestos, se restringĆa la libertad de
movimiento de los campesinos.
En el campo de la
artesanĆa, los diferentes clanes se hicieron con el control de los
grupos de trabajo conocidos como be que tenĆan carĆ”cter hereditario. Los
artesanos especializados, como por ejemplo los tejedores, que provenĆan
de Corea y China, se organizaron entorno a los gremios. Cuando la
familia imperial extendió su autoridad a los clanes, limitó el control
de Ʃstos sobre los be, al mismo tiempo que implantaba el suyo propio.
Con todo, a medida que los caciques adquirĆan mayor poder, pasaron a
controlar tambiƩn a los trabajadores.
Las primitivas
creencias japonesas sobre la vida y la muerte y la relación de las
personas con las fuerzas externas se apoyaban en conceptos animistas. El
primitivo sintoĆsmo, la religión indĆgena, era de este carĆ”cter. Los
muertos se dirigĆan a la tierra de la oscuridad y de lo impuro, por lo
que la muerte era considerada como un proceso de profanación. Antes de
la llegada del budismo (entorno al siglo VI) se daba sepultura a los
muertos, pero el budismo extendió la prÔctica de la cremación. Cuando
los emperadores y los grandes caciques morĆan, eran enterrados en
enormes tĆŗmulos sepulcrales junto con varias de sus pertenencias
personales, como espadas, espejos de bronce y armaduras. TambiƩn se
colocaban alrededor de la tumba un buen número de imÔgenes de arcilla,
conocidas con el nombre de haniwa.
La poligamia era
la relación matrimonial mÔs extendida, y no resultaba extraño los
matrimonios entre familiares cercanos como primos, hermanastros y tĆos.
Incluso actualmente se siguen aceptando los enlaces entre primos. Parece
ser que Japón fue originariamente un sociedad matriarcal o, al menos,
matrilineal. La deidad mĆtica fundadora del clan imperial, gobernado por
una mujer, Pimiku, fue la diosa Sol. Hasta finales del siglo VIII eran
las mujeres de la familia imperial las que generalmente ocupaban el
trono. Esta prÔctica continuó incluso después de que la clase samurÔi
llegara el poder e impusiera un nuevo orden social exclusivamente
masculino.
Creencias religiosas japonesas primitivas y la introducción del budismo en el perĆodo Asuka
En
los primeros tiempos, antes de la llegada de la escritura y cultura
china, Japón sólo disponĆa de tradición oral. Se supone que algunas de
las historias y poemas de estos primeros aƱos se incorporaron en los
relatos históricos y poemarios recopilados en los siglos VII y VIII.
La visión general de la cultura y de la religión que
dominaba en estos primeros aƱos se deja sentir en el primitivo
sintoĆsmo. Un estudioso occidental llegó a la conclusión de que el
sintoĆsmo “no era mĆ”s que un vulgar politeĆsmo; sus personificaciones
son vagas e inconsistentes; apenas hay noción de espĆritu y
prĆ”cticamente nada que evoque un código moral” Se creĆa que el mundo
natural estaba en manos de dioses y espĆritus. Los Ć”rboles, arroyos,
montaƱas y animales tales como serpientes y zorros estaban ligados a los
dioses o espĆritus; Ć©sta es la razón por la que muchos de los
santuarios sintoĆstas estĆ©n dedicados al zorro. El sol era considerado
sagrado porque es la encarnación misma de la diosa Sol. El sintoĆsmo
acentuaba la pureza y la limpieza, por lo que los santuarios sintoĆstas
se conservan impecablemente limpios; es mƔs, antes de entrar en ellos es
necesario purificarse enjuagƔndose la boca y lavƔndose las manos. Esta
insistencia en la pureza estaba ligada a la visión moral: lo que es
bueno y agradable es siempre limpio; lo sucio es malo y desagradable. De
ahĆ la admiración por una mente y un espĆritu limpios. Sin embargo, el
sintoĆsmo no consiguió desarrollar un código moral bien formulado.
Cada tribu o clan (uji) tenĆa su propio dios (kami), un
fundador del clan o un importante antepasado; asĆ pues, en el sintoĆsmo
los seres humanos pueden convertirse en kami. Muchos personajes
históricos, no sólo emperadores sino también generales y almirantes de
los Ćŗltimos tiempos, descansan en santuarios sintoĆstas. Los muertos de
guerra estƔn enterrados en el Santuario Yasukuni de Tokio.
Los frutos de la civilización china llegaron a Japón
fundamentalmente a travƩs de Corea antes del siglo V, pues durante los
siglos IV y V muchos artesanos y trabajadores manuales coreanos habĆan
emigrado a Japón. AdemĆ”s, los chinos que habĆan huido a Corea durante el
tumulto que siguió a la caĆda de la dinastĆa Han (206 a.C.-221 d.C.)
entraron en Japón a principios del siglo V. Aparte de los conocimientos
prĆ”cticos traĆdos de China y Corea, introdujeron tambiĆ©n la forma de
vida y la cultura chinas. Según las crónicas, a finales del siglo IV
Wani, un coreano de Paekche, trajo consigo las Analectas de Confucio y
los Mil caracteres clƔsicos, incorporando al mismo tiempo el sistema de
escritura chino. Su introducción produjo una auténtica revolución
cultural, pues a partir de ese momento se inició la creación de archivos
y recopilación de crónicas, se escribĆan obras literarias y se
estudiaba la cultura china, ahora mƔs accesible.
Se
adoptaron conceptos morales y virtudes confucianas como la benevolencia,
la justicia, la propiedad, el conocimiento y la buena fe, mientras que
la clase gobernante insistĆa en la importancia de mantener una estricta
jerarquĆa que le permitiera dominar a los que estaban bajo su mando.
La introducción del budismo en mediados del siglo VI es otra
aportación cultural de China y Corea. Es posible que esta religión se
conociera en Japón incluso antes de la llegada de los emigrantes chinos y
coreanos, pero la versión oficial sostiene que el budismo fue
introducido en el año 538, fecha en las que el rey de Paeckche presentó
imƔgenes y escrituras budistas. Se cree que los bellos objetos de
artesanĆa que acompaƱaron a la religión facilitaron su entrada en el
paĆs.
1 Comentarios
Bah
ResponderEliminarSe respetuoso o se borrarĆ” tu comentario. Gracias.