Seis vertical… “parásito que infunde temor en los zombis”…. Pitufo, no puede ser… ¡gusano! Nueve horizontal… “apellido de famosa escritora de relatos eróticos y popular bloguera de internet”…. No caigo. En fin, ya terminaré el crucigrama luego, ¡buenas tardes una vez más desde mi modesta mazmorra, cinéfilos queridos, y bienvenidos a mi sección Cine que ya tendrías que haber visto! Y en éste particular caso, se trata de un “ya tendrías que haber visto” al que me sumo, porque fue ayer cuando disfruté de ésta película: Viridiana. 

     Sé que muchos de vosotros estáis resoplando al oír el título, porque suena a peli española del año catapúm-chimpún, y LO ES, pero eso no significa que deje por ello de valer la pena, ¿acaso os he traído yo a la sección alguna peli que no valiese la pena? NO, las de Jaimito y Chuck Norris no cuentan, pertenecieron a “cine que sólo se ve en verano”. Vamos pues allá, que diría Barón Rojo.


  

  

La cinta comienza en un convento de la España Profunda donde conocemos a nuestra protagonista, que da título a la película. Viridiana es una postulanta (monja joven que aún no ha formalizado sus votos) a quien le falta muy poco para dar el paso definitivo que la retirará del mundo, pero a pocos días de su ordenación, su Madre Superiora le informa que ha recibido carta de su tío, donde le solicita que vaya a verle. Viridiana siente un gran respeto por su tío y mucho agradecimiento, dado que ha sido él quien ha pagado todos sus estudios, su dote monacal… pero una cosa es el respeto y la gratitud y otra muy diferente, el cariño. La joven prácticamente no conoce a su tío, le ha visto poquísimas veces en su vida, y se siente incómoda saliendo del convento, único lugar al que está ligado su cariño, dado que ha pasado en él toda su vida, pero accede a ir a ver a su tío.


     El tío de la joven, un inmenso Fernando Rey (persona que se ha convertido en modelo de ahorro y sostenibilidad ecológica, por promocionar su propio automóvil: el coche del Rey Fernando, un rato a pie y otro andando. No se aceptan responsabilidades por posibles daños psicológicos derivados de leer éste chiste), se siente culpable por no haberse ocupado más de las necesidades afectivas de la joven, pero vemos que si no la ha traído consigo en vacaciones o ido a verla, no se debe a que no la quiera… sino a que tiene miedo de quererla demasiado. Viridiana es un calco de su difunta mujer, muerta trágicamente la noche de bodas, y el maduro ricachón, por más que se avergüence de sus deseos terminará por ceder a ellos, intentando por todos los medios que Viridiana renuncie a sus tocas monjiles y le acepte como esposo, o cuando menos que se quede con él para siempre. La joven monja no desea hacer sufrir a su tío, pero menos aún quiere plegarse a lo que entonces, era un pecado grandísimo y un escándalo. 



     Esto, no es más que el somero principio de una historia que, con todos mis respetos, se caga en la religión, en la moral establecida, y aún en sentimientos afables como el cariño, la bondad o la solidaridad humana.

      La película, rodada en 1961 y que conquistó la Palma de Oro en Cannes (primera y última vez que una cinta española consiguió éste galardón) está dividida en dos partes muy bien diferenciadas en las que el planteamiento es completamente diferente y al mismo tiempo muy similar, ya que en ambas se respira la tensión sexual contenida hasta el estallido violento de la misma. Buñuel, conocido por su cine surrealista y lleno de símbolos, nos trajo en ésta ocasión una historia, aún plagada de simbología y onirismo, pero concreta y que fue calificada de blasfema tanto por su argumento como por el intenso simbolismo de la misma. De hecho, la censura obligó a cambiar el final de la cinta, y como suele suceder, para tapar un agujerito, abrieron una grieta. En el final original, la cinta mostraba a Viridiana entrando a la habitación de su primo (Paco Rabal), y cerrando la puerta tras de sí. La censura consideró que aquello era excesivo, de modo que Buñuel hizo de la joven entrase en el cuarto, donde además de su primo estaba la criada “jugando con él a las cartas” (hemos visto que el primo y ella tienen una aventura) y por mediación del hombre, terminan jugando los tres juntos al tute, insinuando así la inminencia de un trío sexual. Según cuentan, el censor se dio perfecta cuenta de lo que Buñuel pretendía significar, pero visto lo visto, prefirió dejarlo pasar, no fuera a ser que el director rizase el rizo más todavía.




     En la década de los sesenta, las cosas empezaban a cambiar, pero aquí aún no nos habíamos enterado. El Régimen de Franco quería abrirse a Europa, demostrar que no éramos los paletos, los “africanos” por los que nos tomaban en el resto del mundo en general y en Europa en particular, y permitió el rodaje de la cinta que ganaría el Festival de Cannes… pero cuando L´Osservatore Romano (periódico de línea editorial similar al ABC, o sea, más de derechas que el Cara al sol) calificó la película de “blasfema y sacrílega”, y cuando el Vaticano amenazó con excomulgar a todo el reparto de la película, el Régimen aseguró no haber permitido ese rodaje, estar en ayunas de todo y ordenó la quema de todas las copias de la película. Como podéis comprobar, no lo consiguió, pero Buñuel prefirió permanecer más tiempo al otro lado de los Pirineos y rodar en Francia, por si los coleópteros. 

     Viridiana es una cinta que es preciso ver, aunque sólo sea una vez en la vida, aunque sólo sea por decir “lo que me extraña no es que la censuraran… lo que me extraña es que a Buñuel no lo fusilasen”, pero es conveniente ver. En España vivimos una sociedad hipócrita (todavía lo somos, de hecho. Menos, pero lo somos), en la que podía uno ser un verdadero cabrón, pero si iba a misa, todo estaría perdonado… pero que un hombre y una mujer viviesen juntos sin casarse, era algo que no tenía perdón, un escándalo, una ofensa a Dios y aún a la sociedad misma. Dudar de la fe católica o reírse de ella, era grave como ser un asesino, y disponer de la propia vida, era motivo de rechazo y excomunión. 

Sí, es exactamente lo que parece.




     “Estaré aquí mismo” Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.