¿Alguna vez se os ha pasado por la cabeza viajar al pasado y poder
pasear por la Roma Imperial? Pues no, este manga no va de eso, va
precisamente de lo contrario, de un romano paseando por el Japón actual,
por algo totalmente inesperado como el turismo de baños, una costumbre
tan total que la vamos a patentar y vamos a comenzar a hacer tours al
país del Sol Naciente para imitar a Lucius de Thermae Romae, ¿te
apuntas?
Lucius
Modestus es un arquitecto que vive en la Antigua Roma imperial,
exactamente en el reinado del emperador Adriano. Su especialidad son los
baños y en el momento en que empieza la historia, tiene un fuerte
bloqueo artístico que le impide continuar con su labor, ya que su forma
de diseñar se ha quedado anticuada. Es en esos momentos, y sin venir a
cuento de nada, cuando viaja en el tiempo al presente Japón, apareciendo
en una casa de baños típica, un sentō.
Gracias a esta visita, e
imitando lo que ha visto en la actualidad, lo llevará a cabo en su
tiempo, convirtiéndose en un creador innovador y requerido por las altas
esferas, llegando su arte incluso a oídos del propio emperador, que le
reclamará para que le ayude con los baños de la Villa Adriana.
Thermae Romae es una obra para leer mínimo dos veces, ya que una no es suficiente para apreciar el trasfondo del que puede llegar a hacer gala. La historia en sí es simple e incluso a veces puede hacerse un tanto aburrida. La estructura de "Lucius tiene un bloqueo" + viaje a Japón + pongo en práctica lo aprendido en la época imperial se repite hasta la saciedad y la vidilla del manga la ponen realmente los personajes.
A nivel gráfico se aprecia el esfuerzo de la autora por, primero de todo, diferenciar a los occidentales (romanos) de los orientales (japoneses), en donde vemos una clara diferencia en los rasgos y la voluntad de ello, es decir, que es totalmente buscado. Además, el detalle de que los romanos hablen en latín (un latín un tanto simple y, si se me permite la puntillita, no real, porque el latín utilizado es el latín clásico y no el que se hablaba en aquella época imperial) a diferencia de los japoneses, hace que sea un tanto diferente. El problema es que cuando pretendes hacer algo diferente, puede pasar dos cosas, o que te salga estupendamente bien o que te estrelles con todo el equipo. Aquí, la combinación del latín, con el diseño de personajes y los conocimientos de la autora por el arte hacen que su obra sea completamente diferente a lo que se ha visto hasta el momento, aunque en ciertos puntos hace la historia un poco inconsistente y sobre todo desde el punto de vista occidental.
¿Por qué lo digo? si bien Mari Yamazaki busca hacer
un paralelismo claro entre la cultura de baños de los romanos y los
japoneses, peca en excesivas ocasiones de chauvinista. A mi parecer, no
se puede coger una de las grandes civilizaciones de occidente y
compararla tan alegremente con otra que no tiene lo más mínimo de
parecido y lo peor de todo, no se puede utilizar esta comparación para
decir que los actuales europeos no tienen la costumbre del baño tan
arraigada, vamos, que poco le ha faltado para decir que los europeos
somos unos guarros y que , ¡oh! si teníamos esa cultura tan maravillosa
como era la romana, porqué nos hemos quedado así. Evidentemente, si
tuviera a la autora delante, probablemente le diría que nuestro
principal problema fue la Edad Media y especialmente, la peste negra,
que obligó que muchos de esos baños , que seguían funcionando en la Alta
Edad Media y que se ha demostrado arqueológicamente (por ejemplo, las
termas romanas de Caldes de Montbuí), cerrasen por medidas sanitarias y
que por miedo, permanecieron cerrados. Y luego, si hay algo que nos
separó de nuestra cultura fue el cristianismo, ese que los japoneses ven
tan fashion, hizo que todo lo romano fuera considerado pagano y por
tanto, motivo de persecución, y si no, podemos recordar al emperador
Juliano, el último seguidor de la religión romana clásica, y como con
él, se apagó todo.
Pero con esto no quiero decir que esa cultura que tanto compara a la japonesa desapareciera del ámbito europeo, simplemente se transformó y se convirtió en lo que es ahora. Si bien habla de los balnearios, a sensei Yamazaki se le olvida citar los baños árabes de los cuales seguimos disfrutando en España muchos años después de la caída del Imperio, por poner un ejemplo.
Y bien, después de este alegato pro-los-europeos-no-somos-unos-guarros-y-nos-lavamos-más-de-lo-que-os-créeis (ahora es cuando tenemos un debate sobre las costumbres higiénicas de todas las partes del mundo), a nivel funcional la obra es interesante y me ha gustado. Cómo enteradilla del mundo romano que soy, puedo decir que la obra está bien documentada, que se nota que la ha trabajado con cariño y que a pesar de que es un poco repetitiva, vale la pena mil veces más que cualquier otra cosa que te vas a encontrar ahora mismo en el mercado. Es diferente, no es más de lo mismo y encima, aprendes. Bienvenida a mi estantería, Thermae Romae.
Thermae Romae es una obra para leer mínimo dos veces, ya que una no es suficiente para apreciar el trasfondo del que puede llegar a hacer gala. La historia en sí es simple e incluso a veces puede hacerse un tanto aburrida. La estructura de "Lucius tiene un bloqueo" + viaje a Japón + pongo en práctica lo aprendido en la época imperial se repite hasta la saciedad y la vidilla del manga la ponen realmente los personajes.
A nivel gráfico se aprecia el esfuerzo de la autora por, primero de todo, diferenciar a los occidentales (romanos) de los orientales (japoneses), en donde vemos una clara diferencia en los rasgos y la voluntad de ello, es decir, que es totalmente buscado. Además, el detalle de que los romanos hablen en latín (un latín un tanto simple y, si se me permite la puntillita, no real, porque el latín utilizado es el latín clásico y no el que se hablaba en aquella época imperial) a diferencia de los japoneses, hace que sea un tanto diferente. El problema es que cuando pretendes hacer algo diferente, puede pasar dos cosas, o que te salga estupendamente bien o que te estrelles con todo el equipo. Aquí, la combinación del latín, con el diseño de personajes y los conocimientos de la autora por el arte hacen que su obra sea completamente diferente a lo que se ha visto hasta el momento, aunque en ciertos puntos hace la historia un poco inconsistente y sobre todo desde el punto de vista occidental.

Pero con esto no quiero decir que esa cultura que tanto compara a la japonesa desapareciera del ámbito europeo, simplemente se transformó y se convirtió en lo que es ahora. Si bien habla de los balnearios, a sensei Yamazaki se le olvida citar los baños árabes de los cuales seguimos disfrutando en España muchos años después de la caída del Imperio, por poner un ejemplo.
Y bien, después de este alegato pro-los-europeos-no-somos-unos-guarros-y-nos-lavamos-más-de-lo-que-os-créeis (ahora es cuando tenemos un debate sobre las costumbres higiénicas de todas las partes del mundo), a nivel funcional la obra es interesante y me ha gustado. Cómo enteradilla del mundo romano que soy, puedo decir que la obra está bien documentada, que se nota que la ha trabajado con cariño y que a pesar de que es un poco repetitiva, vale la pena mil veces más que cualquier otra cosa que te vas a encontrar ahora mismo en el mercado. Es diferente, no es más de lo mismo y encima, aprendes. Bienvenida a mi estantería, Thermae Romae.
Ficha Técnica
Título original: テルマエ・ロマエ
Autora: Mari Yamazaki
Editorial: Norma Editorial
Año: 2008-2012
Género: Seinen
Categoría: comedia, histórico
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