Aprovechando el artículo de mi compañero ToTe sobre el manga de Hiroya Oku, Me~teru no Kimochi, (KZ nº18) vamos a hablar de uno de los fenómenos que asola poco a poco a la sociedad japonesa y que es resultado de la situación actual de la misma, los hikikomori, o jóvenes que se encierran voluntariamente en sus habitaciones, que se niegan a salir de ellas y entrar en contacto con el resto de la sociedad.



El caso de los hikikomoris es algo conocido relativamente desde hace poco en Occidente, sobre todo conocido de forma accidental, ya que la sociedad japonesa de forma tradicional tiende a ser muy cerrada con sus aspectos mÔs íntimos y personales. Decimos conocido de forma accidental ya que algunos padres de estos jóvenes intentaron en vano enviar a sus hijos al extranjero para que mejoraran, volviendo estos a repetir los mismos patrones de conducta que ya habían realizado en sus hogares en los lugares de acogida.


La palabra hikikomori es de difícil traducción, como la mayoría de expresiones de todas las lenguas, y podríamos traducirla como ermitaño, pero con muchísimos matices. Un hikikomori no es un esquizofrénico ni un impedido mental. Tampoco sufren de la clÔsica agorafobia y tampoco estÔn deprimidos (aunque puede que una depresión sea el motivo de su encierro), sino que se trata de un desorden social que conlleva a este tipo de situaciones que en otros lugares, como en EEUU, pueden conducir a crímenes de diferente índole, y que es específico de Japón ya que es producto de esta misma sociedad. De todas formas, parece que el fenómeno comienza a extenderse por otras sociedades orientales como TaiwÔn o Corea.

De todos los hikikomori, el 80% de ellos aproximadamente son hombres. Se tratan de personas inteligentes y brillantes, muy lejos de cualquier asimilación a otros trastornos. El problema principal de estos individuos es el peso abrumador que la sociedad ejerce sobre ellos y que se ven incapacitados de asumir por algún motivo u otro. La mayoría de casos suelen darse en la adolescencia, edad ya de por sí complicada, a la cual debemos sumarle el hecho de las estrecheces japonesas para formar el caldo de cultivo del que surge este fenómeno. Es esta sociedad post-confucionista, en la cual prima el bienestar público antes que el individual, contra la cual se revelan estos jóvenes, pero que de igual forma siguen dependiendo de sus familias para subsistir.



Se suelen considerar diferentes a la masa poblacional lo que les hace entrar en un conflicto con los valores sociales adquiridos, en la que la mayorĆ­a de afectados son jóvenes de clase media o media-alta, criados para ser “perfectos” y adaptables para ese conjunto que es la sociedad, pero que se dan cuenta en algĆŗn determinado momento que no estĆ”n en posición de ser igual que el resto, que son diferentes, y eso les hace distanciarse de la sociedad y encerrarse.

La presión “sexual” (y por sexual me refiero a los roles de masculino y femenino dentro de la sociedad), en los hombres comienza a darse en el instituto, sobre todo en los hijos mayores, y muchos desisten o mandan al cuerno este tipo de presiones para encerrarse en ellos mismos. Su futuro presumiblemente es ser uno de los conocidos como “salaryman”. Esto lo hemos podido ver hasta la saciedad en multitud de animes y mangas, sobre todo los shĆ“jo: la postura de la mujer es buscar a un hombre que la mantenga y sea un buen padre para sus hijos. Sabemos de sobras por esos animes que estos hombres se van a primera hora de la maƱana y vuelven muy tarde a sus casas, siendo prĆ”cticamente ausentes, y recayendo en las madres el tener que educar a sus hijos y llevar el hogar adelante. Esta vĆ­a, que surgió despuĆ©s de la Segunda Guerra Mundial como Ćŗnica forma de sustento, deja de lado la creatividad como posible forma de mantener un nĆŗcleo familiar o el deseo personal aparte, ya que no entra en las expectativas de unos padres que quieren perpetuar ese tipo de sociedad porque creen que es lo mejor para sus hijos. AdemĆ”s de estas presiones familiares, la mayorĆ­a de los hikikomori tambiĆ©n sufrieron el bullying en el instituto, por ser gordos, tĆ­midos o por cualquier hecho que pueda suponer ser diferente de la masa, igual que en los paĆ­ses de Occidente. Pero a diferencia de esos paĆ­ses extranjeros, en la que la diferencia puede darse siendo parte de alguna tribu urbana, en Japón, paĆ­s uniformado y de pensamiento prĆ”cticamente Ćŗnico y tradicional, la revolución se hace de forma callada y es de ahĆ­ de donde el fenómeno hikikomori adquiere importancia.


Para terminar con este pequeƱo artƭculo, me gustarƭa aƱadir que existen seguidores en Occidente de estos hikikomori, es decir, gente de nuestras sociedades que deciden hacer lo mismo que ellos, pero claro estƔ, por diferentes motivos, porque la cultura japonesa jamƔs serƔ como la americana o europea.