El
anime siempre suele recaer en una serie de tópicos o bases. Es algo
habitual el sentir un ligero déjà vu al empezar una nueva serie. Siempre
hay estructuras o personajes que se hacen característicos y que
identificamos de forma inmediata, y aún con la inventiva nipona hay tantos
casos en los que se limitan a un género o esquema. Al mirar en el baúl
de los recuerdos una obra maestra reluce, una serie que rompe moldes sin
ser explícita y que da una vuelta de tuerca a muchas convenciones sin
llamar demasiado la atención: el blues de Cowboy Bebop.
You’re gonna carry that weight
Un
grupo de tres cazarrecompensas trata de sobrevivir a duras penas en un
futuro donde la humanidad se ha extendido por el Sistema Solar. La ley
es incapaz de extender su brazo hasta los rincones más alejados el
dominio humano, legalizando con ello a los cazarrecompensas para suplir
sus faltas. Cowboy Bebop sitúa la acción en una rara avis de los
escenarios: un espacio vacío y poblado únicamente por seres humanos. La
raza humana no ha logrado extenderse más allá de Marte, y la tecnología
de futuro usado trae una suerte de decadencia a cada una de las ciudades
por las que Spike, personaje principal, se pasea.
Con esa base tan
sentada en una suerte de realismo relativo, la serie deja claro que este no es un viaje normal. Si bien la serie acaba centrando
su foco en la rivalidad entre Spike y su ambicioso hermano Vicious,
incluso esta trama principal acaba siendo tangente a su estructura
abiertamente episódica. Donde muchas series, como haría Ghost in the
Shell: SAC, utilizan sus primeros episodios para definir su mundo y
luego poder centrarse en la elaborada trama, la serie de Watanabe centra
sus esfuerzos en hacer un gran puzle donde las piezas están ocultas en
cada gesto y cada frase. Todos los personajes tienen un trasfondo y un
pasado, y los protagonistas poseen cada uno sus traumas personales y
vidas pasadas que prefieren no recordar, pero el averiguarlas depende
más del espectador que de la serie.
Cowboy Bebop hace lo que muy pocos
animes se atreven, y en lugar de explicitar cada uno de sus detalles,
emplea una narrativa mucho más sutil en la cual, capítulo a capítulo, se
va trazando un mapa del universo particular de la serie y de
quiénes son realmente sus personajes. Como dicta la tradición, Spike y
sus compañeros nacen todos clichés que poco a poco van revelando sus
múltiples caras para ofrecer unos personajes sorprendentemente humanos y
redondos.
Las historias que aquí se narran en muchos casos carecen de
principio y final más allá de lo que el propio espectador pueda
concluir, y en cada una de ellas se tratan con amargura temas sobre la
madurez, la vida y la muerte, el egoísmo o muy especialmente la soledad.
Cowboy Bebop es, ante todo, las vidas de sus almas errantes, todas
ellas solitarias en un mundo frío que les ha rechazado, y cuyo único
consuelo es la compañía que se puedan ofrecer los unos a los otros. No
hay grandes momentos de revelación, no es una serie de
descubrimientos o de tramas épicas y enrevesadas. Además, la serie salta
constantemente de géneros, variando del neo-noir a la acción, el
western, la comedia, el terror de Alien o incluso un surreal tributo al
blaxploitation. Dicen que los japoneses consideran más importante el
viaje que el destino, y Cowboy Bebop lo demuestra una y mil veces.
Simpathy for the devil
Pero
esto no es lo que ha dado un gran reconocimiento a la serie, no es lo
primero que saldrá de los labios de sus fans. La joya
de la corona de esta genialidad se ve encarnada en la banda sonora de
Yoko Kanno, maestra del sonido y reputada compositora donde las haya,
que en esta serie alcanza la sublimación de su talento, una magnum opus
que combina la electrónica, el drum n’ bass, la música clásica y, en
especial, el jazz. Urbano, soul, blues, bebop, instrumental o cantado,
experimental, fusion, Cowboy Bebop es jazz en todas y cada una de sus
formas y derivaciones, casi erigiéndose como un tributo al género y
construyendo uno de los paisajes sonoros más ricos del medio.
Además,
donde muchos hacen una composición para varias escenas, Kanno ofrece una
obra pensada para momentos muy concretos, con una sucesión de composiciones
maestras que se alarga durante horas, decenas de ritmos que nunca se
repiten y que en ocasiones se improvisan sobre la marcha para adaptarse
al ritmo y la acción. Acompañando esto, un dibujo típicamente noventero,
detallista y muy basado en las rectas angulosas, crea un entorno visual
tan rico como creíble, que cuenta tantas historias con sus imágenes
como la propia narración y concibe un mundo que respira vida y carisma.
La obra está cuidadosamente animada y trata con atención cada detalle,
ofreciendo una elevadísima calidad visual que hace justicia al derroche
de talento e imaginación de Kanno.
See you space cowboy
Hay
muchas series, como Panty & Stocking with Garterbelt, que no se
parecen a nada que se haya visto antes en el anime, pero Cowboy Bebop
logra serlo sin que la gente lo saque a la luz. Comprender su identidad
es una labor de reflexión y conocimiento, tan sutil como lo es la propia
serie, pero no por reconocerlo pierde su fuerza o identidad. Cowboy
Bebop es una muestra del poder narrativo del anime y de lo que puede
dar, y un clásico inmortal del medio que todos deberían tener en su
videoteca.
Ficha Técnica
Año: 1998
Autor: Shinichiro Watanabe
Género: ciencia ficción
Categoría: seinen
Estudio: Sunrise
Episodios: 26
Escrito por Fuyuhoshi para Koukyou Zen


2 Comentarios
Este es uno de esos artículos que te llama por lo bien que está escrito y te gana por lo interesante que resulta. Ya había escuchado en varias ocasiones que esta serie merece la pena, pero después de esto creo que ya va siendo hora de no postergar más lo inevitable. Gracias.
ResponderEliminarEs un imprescindible de culto. Gracias por tu comentario y a disfrutar de la serie ;)
EliminarSe respetuoso o se borrará tu comentario. Gracias.